Hoy hace 60 años inició uno de los periodos eruptivos más fuertes de la historia moderna de Costa Rica. El #VolcánIrazú durante dos años consecutivos eructó grandes cantidades de ceniza que fue depositada en las áreas agrícolas cercanas y en el Valle Central, donde se congrega la mayor parte de la población.
Las personas sin medir el peligro subían a las cercanías del cráter a observar las erupciones, y por otra parte el 10 de diciembre de 1963, nueves meses después de iniciado el periodo eruptivo, un #lahar descendió desde el volcán, destruyendo cerca de 300 viviendas y causando la muerte a más de 20 personas, serñala el OVSICORI.
Erupción del volcán Irazu
De acuerdo con José Calderón profesor e investigador de la Cátedra de Historia de la UNED el 14 de marzo de 1963, a la 1:25 de la tarde, el volcán Irazú, localizado en la provincia de Cartago, cuya cima se encuentra a 3482 msnm y que hasta ese momento presentaba una actividad poco visible, entró en una fase eruptiva que se prolongó por varios años y desencadenó otros eventos que afectaron a buena parte del territorio nacional y su población.
Se estimó en ese momento que la afectación de la actividad del Irazú abarcó un área cercana a los 7925 km2, con 30000 cabezas de ganado que debieron ser removidas de las cercanías del volcán, daños a la actividad agrícola como cafetales, a ciudades de gran parte del territorio y con costos calculados de unos 300 millones de colones.
Sin embargo, esta actividad volcánica, ya de por sí bastante peligrosa para la población y la economía costarricenses, no debe verse como un hecho aislado. La ceniza acumulada durante la primera parte de este proceso eruptivo al entrar en contacto con el agua de lluvia de la estación húmeda de ese mismo año va a provocar el desbordamiento del río Reventado, principalmente a su paso por la ciudad de Cartago y el distrito de San Nicolás. Esto se vio ayudado por la intensa actividad agrícola practicada en las cercanías de la cuenca alta del río, lo que contribuyó con gran aporte de sedimentos a su cauce.
El 9 de diciembre de 1963, la ciudad de Cartago sufrió una grave inundación por el desbordamiento del río Reventado. Las “avalanchas”, como se conoce esta serie de eventos, provocó la muerte de al menos 20 personas y destruyó alrededor de 400 casas, según los informes que se tienen de la época. Una de las áreas más afectadas fue la de lo que se conoce ahora como “Los Diques”, donde se localizaba gran cantidad de casas y hasta una fábrica de pinturas, todo lo cual fue arrasado por la fuerza de las aguas del Reventado
La atención de estas situaciones fue posible gracias a la creación de la Oficina de Defensa Civil de la Casa Presidencial, durante el gobierno del Lic. Francisco Orlich Bolmarcich, la cual estuvo a cargo del Ing. Mario Quirós Sasso. Se recibió la ayuda de la población de diferentes áreas del país y se crearon comités de emergencias para poder colaborar en la atención de las víctimas. El gobierno de los Estados Unidos envió ayuda en abastecimiento, unidad de sapadores y equipo pesado, que contribuyó a la construcción de los diques de protección de Taras y Cartago, hoy peligrosa e irresponsablemente habilitados como áreas residenciales.
Según el historiador el recuerdo de los eventos del año 1963, que afectaron también áreas de los cantones Vásquez de Coronado y La Unión, debe servir para reflexionar sobre el tipo de desarrollo sin control que sigue teniendo este país, donde la planificación es una tarea pendiente, pesar de que vivimos en un territorio bajo amenazas de diferentes tipos que tienen el poder de producir graves desastres. Es necesario reorientar el aprovechamiento de los recursos, regular el crecimiento de las áreas urbanas, especialmente de aquellas cercanas a puntos de afectación por eventos naturales como las erupciones volcánicas, el epicentro de actividad sísmica o la cercanía de los cursos de agua.
De repetirse un evento similar al del volcán Irazú, el cual no debe sernos ajeno, pues ya hay reportes de mayor actividad en él, los daños a la población serán mayores, pues la población del valle central ha crecido enormemente en las últimas décadas, con una alta concentración de servicios y actividades productivas que han ido ocupando áreas agrícolas y provocando una mayor impermeabilización de los suelos por su recubrimiento producto de la construcción de edificaciones de todo tipo y tamaño. La eventual entrada en fase eruptiva con una magnitud similar a la de 1963 debe llamar a la calma, pero también a la preparación para minimizar los efectos adversos sobre la población y sus medios de subsistencia.
Información del Lic. José Calderón. Profesor e investigador de la Cátedra de Historia de la UNED. Correo electrónico: geografiadecostarica.uned@gmail.com