La “fiebre” del El árbol de hule en la historia de la Zona Norte de Costa Rica y el exterminio Maleku

La historia del árbol de hule (Hevea brasiliensis) en Costa Rica tiene sus raíces en el siglo XIX. A mediados de esa época, se iniciaron los esfuerzos para introducir y cultivar el árbol de hule en el país con el fin de desarrollar una industria del caucho natural.

En 1857, el gobierno de Costa Rica estableció la Sociedad de Fomento Agrícola, que promovía la introducción de nuevas plantas y cultivos en el país. Fue en este contexto que se importaron semillas de árboles de hule de Brasil para iniciar su cultivo en Costa Rica. La plantación experimental de hule se llevó a cabo en diferentes regiones del país, incluyendo la zona atlántica y la zona sur.

Sin embargo, los primeros intentos de cultivo de hule en Costa Rica no tuvieron el éxito esperado. Los árboles importados tuvieron dificultades para adaptarse a las condiciones climáticas y las enfermedades, y la producción de caucho fue limitada.

Fue a principios del siglo XX cuando se lograron avances significativos en el cultivo de hule en Costa Rica. La llegada de nuevas variedades de árboles de hule más resistentes y la implementación de mejores técnicas de cultivo permitieron un crecimiento más exitoso de la industria.

En la década de 1940, la producción de hule en Costa Rica experimentó un auge. Las plantaciones se expandieron en la zona atlántica y algunas partes de la zona norte, como Sarapiquí y Guácimo, se convirtieron en importantes áreas productoras de hule.

Durante varias décadas, Costa Rica fue un actor relevante en la producción de caucho natural en América Central. Sin embargo, a partir de la década de 1980, la industria del hule en el país comenzó a declinar debido a varios factores, como la competencia de otros países productores de caucho, los altos costos de producción y la aparición de enfermedades que afectaron a los árboles de hule.

En la actualidad, la producción de hule en Costa Rica es limitada y se centra principalmente en pequeñas plantaciones y en la producción de caucho orgánico de alta calidad. La zona atlántica del país sigue siendo la principal región donde se cultiva el hule, mientras que en la zona norte no se ha desarrollado una industria significativa en este campo.

A finales del siglo XIX, la Zona Norte fue invadida por comerciantes huleros nicaragüenses que buscan  extraer la savia de los árboles de hule o cauche de la especie Castilla, para venderlo en los Estados Unidos para la fabricación del hule, tal como lo conocemos.

Existía una verdadero fiebre por la savia de estos árboles que abundaban en los bosques vírgenes de la Zona Norte. Comerciantes nicaragüenses invadieron esta zona, en busca de los árboles de hule, para la extracción del caucho que luego vendían a Estados Unidos. 

Fue una época de bonanza para estos pueblos, pero la vez, se convirtió en un barbarie para los cultura Maleku que habitaba esta zona, la cual fue prácticamente esclavizada para obligarlos a trabajar en esta industria rudimentaria. 

De estos hechos poco conocidos por los habitantes de la Región Huetar Norte, da fe el historiador Marc Adelman con el libro: “Un Genocidio en Centroamérica: hule, esclavos, nacionalismo y la destrucción de los indígenas Guatusos-Malecus” (1998).

El hule en Centroamérica en el siglo XIX

«A dos décadas del descubrimiento de Charles Goodyear en 1839 de cómo «vulcanizar» el látex, convirtiendo una sustancia viscosa o quebradiza en maleable y elástica, la demanda mundial de hule aumentó vertiginosamente.
Para la década de 1860, el cauclio natural vulcanizado se había vuelto esencial para los empaques de las máquinas, fajas, tubos y los parachoques de los vagones de tren y, poco después, para el aislamiento de alambres y las llantas de bicicletas y automóviles~.~ Centroamérica fue una de las primeras regiones que respondió a la creciente demanda. Debido a su proximidad a las industrias estadounidenses y a la abundancia de árboles de hule en su extenso territorio boscoso, los empresarios -grandes y pequeños- empezaron a extraer y exportar látex y a explorar y reclamar concesiones en prometedoras porciones de bosque virgen.

Cientos de mujeres y niños indígenas fueron capturados y vendidos por los huleros como esclavos en los pueblos nicaragüenses, mientras que los hombres eran obligados hacer  trabajos forzados  como cargadores de hule en la selva«, narra Adelman

En esta investigación el historiador se basa en documentos  del escritor Carlos Gallini y del Obispo Bernardo Augusto Thiel, entre otros,  este último, incursionó en  1882 a estos territorios con el fin de evangelizar a la población Maleku.

De acuerdo con el historiador,  en esta época existía una verdadera fiebre por el hule, luego que en  Estados Unidos  Charles Goodyear en 1839 descubrió  como vulcanizar el  látex, de ahí que  la demanda de hule aumento en ese país. En los países centroamericanos, en especial, Nicaragua. Los huleros  empezaron a picar los árboles de hule de la variedad Castilla, para sacar la savia y vender este producto a Estados Unidos ya que era muy bien pagado.

Fue así,  como los huleros nicas incursionaron en la bajura sancarleña para hacerse de este producto que abundaba en los bosques vírgenes de esta región.

En su afán por obtener la mayor cantidad de productos, esclavizaron a los indígenas Guatusos para  obligarlos a  extraer hule, algunos, los que se revelaban fueron masacrados.  Cuenta el historiador que los niños   y mujeres eran secuestrados y llevados a Nicaragua para venderlos como sirvientes.

«Al igual que en el auge del Amazonas,’ el sector hulero centroamericano se caracterizó por una amplia variedad de sistemas de tenencia y relaciones de producción (o extracción).~ Sin embargo, en el territorio guatuso-malecu como en otras partes a lo largo de la frontera entre Costa Rica y Nicaragua, los huleros eran principalmente personas no indígenas que recibían suministros al crédito de los «habilitadores» (comerciantes exportadores de hule), muchos de ellos norteamericanos.’ Los huleros generalmente trabajaban en grupos de dos a cuatro, en expediciones que duraban entre uno y tres meses.

Paul Lévy, un viajero francés que publicó un informe detallado acerca de la economía nicaragüense en 1873, observ6 secamente que «Los huleros, á causa de la vida extraordinariamente accidentada que pasan, en medio de montes llenos de animales dañinos, forman una parte de la población especialmente activa, emprendedora y endurecida en los trabajos.


La esclavitud que acompañó al auge del hule en el territorio guatusomalecu no implicó, en contraste con la situación en algunas partes del Amazonas,» el esclavizamiento de los huleros indígenas. En cambio, los huleros secuestraron a las mujeres y niños guatusos para venderlos como sirvientes domésticos y obligaron a los hombres a servir sin paga como cargadores en el bosque«, escribió Eldeman.

Las incursiones de los huleros nicas se hacía por medio de expediciones, entraban al suelo tico y obligaban a los Maleku  a jalar las cargas de hule que luego llevaban a Nicaragua.

«El Río San Juan era la zona de mayor auge hulero en Centroamérica,  según narra los cronistas, de igual forma, se utilizaba esta ruta para la exportación del hule utilizando  el océano atlántico.

El río San Juan. la zona hulera más prometedora en Centroamérica. corría desde el Lago de Nicaragua hacia el Atlántico; ya que una delgada franja de tierra era lo único que separaba al Lago del Pacífico, el San Juan se convirtió en una arteria clave para el transporte transístmico a principios del período colonial y en un punto importante de contienda geopolítica, primeramente Inglaterra y España, posteriormente entre Inglaterra y Nicaragua y después entre Nicaragua y Costa Rica, señala Edelman.

Los cronista describen a los Malekus como salvajes de piel morena y pelo castaño, habitantes de la cuenca del Río Frío. Eran sometidos con armas por los huleros. El comercio de los indios, resultó ser otra actividad lucrativa para  estos. Se  dice que más de 300 indios fueron vendidos en distintos zonas de Nicaragua para ser utilizados como sirvientes.

Fue gracias a la intervención del obispo Thiel que se logró controlar esta esclavitud y venta de indígenas.

A finales del siglo XIX Thiel consiguió que el gobierno de Costa Rica viera a los indígenas Maleku como ciudadanos  costarricenses. Se pasó una ley para protegerlos de los huleros, se enviaron tropas a la zona y se pasó  otra ley  para impedir la extracción de hule, fue así como se evitó que la barbarie contra los Malekus continuara.

Durante el siglo XX la extracción de hule continuó en algunas zonas de la Región Huetar Norte, dicho producto era exportado a Estados Unidos por huleros ticos y otros venidos de Nicaragua.

El escritor José León Sánchez, nacido en la comunidad de San Rafael de Río Cuarto, Cucaracho, como le llamaban, narra ese contacto con los huleros  que habitaban esas zonas.

El río San Carlos en tiempo fue utilizado por los huleros para transportar el producto obtenidos de la bajuras de la Región y llevado al Valle Central para ser exportado.

Este capítulo oscuro de la etnia de los Guatusos-Maleku, no escapa a realidad de otras etnias costarricenses, cruelmente maltratadas, robadas y asesinadas desde tiempos de la colonia a la fecha.