Por BBC Mundo
Gustavo Nicolich, conocido como Coco entre sus amigos, plasmó en las páginas de un cuaderno de aviación su angustiosa situación. Nicolich, un joven uruguayo de 20 años, formaba parte de un equipo de rugby que se dirigía a Chile para disputar un partido. Sin embargo, el 13 de octubre de 1972, el avión Fairchild de la Fuerza Aérea Uruguaya en el que viajaban impactó contra una montaña en la cordillera de los Andes.
El violento choque dividió la aeronave en dos, causando la muerte de algunos ocupantes que fueron despedidos en el impacto y otros que no sobrevivieron al choque contra la parte delantera del avión al tocar tierra en un valle a 3.500 metros de altura.
Gustavo Nicolich tenía 20 años cuando iba a jugar un partido de rugby en Chile, pero su avión cayó en los Andes.
“Y si llegara el día y yo con mi cuerpo pudiera salvar a alguien, gustoso lo haría”, siguió anotando.
Los que quedaban vivos habían conformado “la sociedad de la nieve”, como la llamaron. Una forma de vida alejada del mundo conocido, con otras reglas, establecidas para la supervivencia en un contexto más que extremo. Una vicisitud en la que jamás nadie se podría imaginar.
“La sociedad de la nieve” dio nombre a un documental del uruguayo Gonzalo Arijón, y a partir de él surgió un libro del también uruguayo Pablo Vierci -que conocía a muchos de los protagonistas desde la escuela- publicado en 2008.
El 13 de octubre de 1972, el avión que transportaba a los deportistas uruguayos, incluido Coco Nicolich, se estrelló en los Andes. Coco, miembro del equipo de rugby amateur del club Old Christians, junto con otros exalumnos del colegio privado católico Stella Maris, se dirigía a Chile para disputar un partido amistoso contra el Old Boys chileno, acompañado de amigos y familiares.
A pesar de las circunstancias extremas, Coco, apasionado por la escritura, decidió relatar sus experiencias en dos cartas: una dirigida a sus padres, tres hermanos y su novia, y otra exclusivamente a su pareja.
En sus escritos, intentó suavizar la cruda realidad que enfrentaban, especialmente al inicio de su primera epístola: «Estamos en un lugar divino, todo cerrado por montañas y con un lago en el fondo que se va a deshelar apenas comience el deshielo. Estamos todos muy bien».
En ese momento, de los 45 ocupantes del vuelo 571, 18 ya habían perdido la vida. Era el 21 de octubre de 1972, y aún no habían recurrido al canibalismo para sobrevivir.
Mientras Coco y sus compañeros enfrentaban la lucha por la supervivencia en condiciones extremas, en su hogar en Montevideo, su familia continuaba colocando un plato para él en la mesa a la hora de las comidas. La moral entre los sobrevivientes era sorprendente, según lo describía Coco en sus cartas, destacando la colaboración constante entre ellos. A pesar de las dificultades, mencionaba que él y algunos de sus compañeros estaban «perfectamente bien, solo un poco más flacos y barbudos».
“Yo, por mi parte, le pedí a Dios en todo lo posible que nunca llegara este día, pero llegó y tenemos que afrontarlo con valentía y fe. Fe porque llegué a la conclusión de que los cuerpos están ahí porque los puso Dios, y como lo único que interesa es el alma, no tengo por qué tener un gran remordimiento”, dijo.
El relato de Coco Nicolich, un sobreviviente de la tragedia de los Andes, se convierte en un testimonio conmovedor de la lucha por la supervivencia en condiciones extremas. Después del accidente del avión que llevaba al equipo de rugby uruguayo, Coco escribió cartas a sus padres y a su novia, detallando las difíciles condiciones en las que se encontraban.
En sus escritos, inicialmente trató de suavizar la realidad y mostró optimismo, describiendo el entorno como un lugar hermoso rodeado de montañas y un lago. Sin embargo, la situación empeoró, y Coco compartió la cruda realidad de tener que sobrevivir en un fuselaje improvisado.
El relato se torna más impactante cuando Coco menciona la necesidad de recurrir al canibalismo para alimentarse después de que se agotaran los suministros de comida. A pesar de las condiciones extremas, intentó mantener la esperanza y expresó su deseo de regresar a Montevideo para casarse con su novia.
Trágicamente, Coco Nicolich falleció en un alud, pero su historia y sus cartas han dejado un impacto duradero como parte de la historia de «Los Andes». La valentía y la lucha por la supervivencia de estos jóvenes han dejado una huella imborrable en la memoria colectiva.
Para los sobrevivientes, comenzó una odisea desgarradora de 72 días en condiciones extremas y aislados de todo. Las bajas temperaturas diurnas, las noches intolerables y la escasez de recursos los colocaron al límite de la supervivencia. La cruda realidad de tener que recurrir al canibalismo para alimentarse marcó un capítulo desgarrador en esta tragedia, que conmocionaría al mundo entero.