¡Súbanle el volumen a la bocina! Este viernes el presidente Rodrigo Chaves llega a La Reforma, no para cumplir condena, sino para hablar de “disciplina en las cárceles” —como si fuera fácil imponer orden en este lugar.
La visita presidencial se da en medio de un ayuno masivo no voluntario, mejor conocido como huelga de hambre, protagonizada por más de 7 mil privados de libertad en protesta por las recientes restricciones impuestas por el Ministerio de Justicia. Las nuevas medidas, al parecer, les quitaron hasta el alma digital:
- Prohibición del ingreso de alimentos externos —se acabaron las empanaditas de mamá y los tamales contrabandeados.
- Reducción del tiempo de visitas familiares —menos abrazos y más llamadas por megáfono.
- Corte total de señal celular en todos los centros penitenciarios —adiós a los TikToks desde la celda y los negocios por WhatsApp.
- Mayor control en encomiendas —nada de meter celulares escondidos en tubos de pasta de dientes (¿quién lo diría?).
Como era de esperarse, cuatro recursos de amparo ya fueron presentados ante la Sala Constitucional, todos alegando violación a los derechos humanos de los reclusos. Entre los argumentos figuran la falta de contacto con sus familias, la imposibilidad de comunicarse con abogados y, probablemente, la desaparición misteriosa del queque seco de los domingos.
Desde Casa Presidencial se indicó que el mandatario llegará a reafirmar su política de mano dura y cero tolerancia con el crimen. Lo que no se sabe es si llevará pancito, agua o al menos una gaseosa para calmar los ánimos.
Mientras tanto, en La Reforma, algunos reos aseguran que si el presidente no lleva algo de comer, van a seguir haciendo huelga… pero con mucho drama y sin Wi-Fi.