San Carlos, Costa Rica – La historia de Giovanny Barquero Rojas, vecino del cantón de San Carlos, es solo una de las miles que se ocultan tras los muros de concreto de los hospitales públicos del país. Con el brazo fracturado y una cirugía pendiente, Barquero alza la voz en una carta dirigida al presidente Rodrigo Chaves, en la que denuncia la dramática lentitud de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) y la desesperanza que viven los asegurados en listas de espera interminables.
“Soy Giovanny Barquero Rojas, cédula 2-0510-0762, de San Carlos”, comienza su relato, con un tono más cercano al clamor que a la queja. “Es increíble que la CCSS tenga la lentitud que tiene con nosotros, sus patrones. Ahora que estoy quebrado de un brazo, he podido escuchar a muchas personas aseguradas que, como yo, mantenemos esta institución, y que tienen meses, incluso años, esperando operaciones o citas médicas especializadas”.
Barquero denuncia que la diferencia entre recibir atención médica y no recibirla puede ser, literalmente, una cuestión de vida o muerte. Mientras quienes tienen recursos acceden sin dificultad a hospitales, clínicas y consultorios privados, la gran mayoría —los que no tienen cómo pagar— deben resignarse a esperar. “Algunos, tristemente, mueren antes de que llegue la atención”, agrega.
Este testimonio se suma a otros similares que se repiten en todo el país: pacientes con enfermedades crónicas que aguardan por una intervención quirúrgica desde hace dos, tres o hasta cinco años; personas adultas mayores que no logran acceso oportuno a medicina especializada; mujeres esperando mamografías o cirugías ginecológicas urgentes que nunca llegan a concretarse.
Un informe reciente de la misma CCSS reportó que, a finales de 2024, más de 150 mil personas estaban en lista de espera por una cirugía. Algunas especialidades, como ortopedia, oftalmología y urología, presentan los mayores retrasos, con pacientes aguardando entre 18 meses y más de tres años para ser intervenidos. En el caso de exámenes especializados, como colonoscopías o resonancias magnéticas, los tiempos de espera pueden superar el año.
Barquero, como tantos otros, se siente olvidado. No por la institución en sí, que considera “una bendición”, sino por el sistema que parece beneficiar más al sector privado que al público. “Es un secreto a voces que la CCSS falle para que los privados hagan fiesta”, afirma. Además, cuestiona el privilegio que tienen algunas figuras políticas o personas con “conectes”, que acceden a servicios médicos sin hacer fila ni enfrentar demoras.
“A usted, señor presidente Rodrigo Chaves, le pido que no se deje engañar por los grandes hospitales y clínicas que tiene el país. Los edificios no salvan vidas. La atención médica oportuna, sí”, concluye Barquero, antes de hacer un último ruego: que le operen el brazo para poder recuperarse, volver a trabajar y así, volver a comer.
La realidad detrás de las cifras
Aunque la CCSS ha implementado proyectos para reducir las listas de espera —como los “bloques quirúrgicos” o el “Plan de Atención Oportuna”— los resultados no han logrado impactar de manera significativa la acumulación de casos. Muchos hospitales regionales carecen del recurso humano o tecnológico necesario para operar con agilidad, y otros enfrentan problemas de gestión y saturación.
Mientras tanto, miles de costarricenses como Giovanny Barquero siguen esperando, con dolor, incertidumbre y una creciente sensación de abandono. Su testimonio no es una excepción, sino un espejo que refleja una crisis silenciosa que afecta a quienes menos pueden alzar la voz.