Por segunda ocasión, la exclusiva variedad “Pinkglow” se ve en el centro de un escándalo por producción ilegal; esta vez en Costa Rica y Nicaragua.
Una vez más, la empresa multinacional Fresh Del Monte enfrenta una batalla legal para defender su patente sobre la exclusiva piña rosada, también conocida como “Pinkglow”. Esta variedad, genéticamente modificada y única en el mundo, ha revolucionado el mercado internacional por su color, dulzura y beneficios para la salud, pero también ha generado codicia entre algunos productores que han decidido cultivarla sin autorización, el más reciente es el caso de un productor tico que la empezado a cultivar en Nueva Guinea Nicaragua.
Más antes el episodio de esta disputa se centró en Pital de San Carlos, Costa Rica, donde el Servicio Fitosanitario del Estado (SFE) reveló el nombre de tres empresas que cultivaban la piña rosada de forma ilegal.
Las fincas implicadas serían parte del Grupo Visa, liderado por el empresario Gerardo Villalobos, cuya hija, Siany Villalobos, es además presidenta de la Cámara de Exportadores de Costa Rica (Cadexco).
Las fincas señaladas por el SFE fueron:
- Finca Joselyn S.A. en Río Cuarto de Alajuela, con aproximadamente 2.500 m² sembrados.
- Productos Agrícola Bosa S.A., en Pital de San Carlos, con 2.000 m².
- Agrícola JCM San Carlos S.A., también en Pital, con 250 m².
Según el SFE, otras dos fincas también son sospechosas de cultivar piña rosada sin autorización, pero los funcionarios no lograron ingresar debido a la negativa de los propietarios. El organismo está realizando gestiones para continuar el proceso legal.
Una piña codiciada en el mercado global
La piña rosada no es una fruta cualquiera. Su desarrollo tomó 17 años de investigación en los laboratorios de Fresh Del Monte, empresa con sede en Costa Rica. En 2016, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) aprobó su consumo, y desde 2020 se comercializa bajo el nombre de Pinkglow, apuntando a mercados de lujo y al gusto de celebridades como Kim Kardashian, quien mostró su desayuno con esta fruta en redes sociales.
Además de su color exótico, la Pinkglow destaca por ser más jugosa y sabrosa que otras variedades, lo que ha incrementado su valor en el mercado internacional. Sus beneficios para la salud también la hacen atractiva: es rica en vitamina C, manganeso y enzimas digestivas como la bromelina.
El reclamo legal de Del Monte
Según Fresh Del Monte, la siembra, comercialización, exportación y transformación de esta piña está estrictamente regulada y registrada ante el Departamento de Biotecnología del SFE. Sólo la empresa tiene los derechos exclusivos para cultivarla, y lo hace exclusivamente en Buenos Aires de Puntarenas.
Esta no es la primera vez que Del Monte denuncia un caso de “robo de patente”. En Nicaragua, un productor de Nueva Guinea también ha sido señalado por cultivar ilegalmente esta variedad.
Reacciones del sector piñero
El caso de Pital generó molestia en la Cámara Nacional de Productores de Piña (Canapep), que criticó al SFE por no revelar antes los nombres de los productores involucrados. Desde el gremio temen que estas prácticas desleales afecten la reputación del sector costarricense ante mercados internacionales.
“Esto no es solo un tema legal, sino también ético y de imagen país. Costa Rica debe ser garante del respeto a la propiedad intelectual y a las normas sanitarias”, manifestó un representante de Canapep.
Acciones del Estado
El SFE ya ordenó la destrucción de las áreas cultivadas ilegalmente con piña rosada, en coordinación con los encargados de las tres fincas señaladas. En cuanto a las otras propiedades que se negaron a la inspección, el SFE continúa el proceso para garantizar el cumplimiento de la ley.
La piña rosada costarricense, más allá de ser un fenómeno gastronómico y comercial, se ha convertido en símbolo de innovación agrícola. Pero su éxito también ha despertado intereses que han traspasado los límites legales. El caso de Pital demuestra que, incluso en un mercado tan regulado como el de la piña en Costa Rica, la vigilancia debe ser constante para evitar que el esfuerzo de años de investigación termine en manos equivocadas.