Arrear para sobrevivir: la titánica tarea que forjó la economía de la Región Huetar Norte
Por décadas, arrear ganado y cerdos por montañas, trillos y ríos fue más que una faena: fue la columna vertebral del comercio en el norte de Costa Rica.
En los albores del siglo XX y hasta bien entrado el siguiente, la Región Huetar Norte de Costa Rica se encontraba aislada del resto del país. Las vías de comunicación eran casi inexistentes y los medios de transporte limitados. No había caminos asfaltados, ni puentes sobre los ríos caudalosos que cruzan la zona. Sin embargo, en ese entorno inhóspito surgieron verdaderos titanes del comercio: los arreadores de ganado y cerdos.
Estos hombres, muchas veces con más voluntad que recursos, recorrían más de 100 kilómetros a pie o a caballo, guiando manadas enteras desde las bajuras norteñas hasta el Valle Central. Lo hacían por senderos de tierra, trochas estrechas, pasos de montaña y ríos sin puentes. Su meta: llevar los animales a los mercados de Alajuela, Heredia o San José, donde los vendían para abastecer de carne fresca a la creciente población urbana.
Oficio de esfuerzo y estrategia
El arreo no era una tarea improvisada. Se trataba de un verdadero oficio que debía aprenderse con paciencia y disciplina. El más mínimo descuido podía significar perder una parte del ganado o los cerdos en el monte, y con ello, semanas de esfuerzo.
Tal como lo narra el escritor sancarleño Norman Rodríguez Chaves en su libro “De la Villa a la Bajura”, estas travesías muchas veces empezaban incluso más al norte, con animales adquiridos en Nicaragua que luego eran arreado hasta San Carlos y de ahí, hasta el centro del país.
Los viajes podían durar entre ocho y doce días, dependiendo del clima, el estado de los caminos y el comportamiento del hato. Los arreadores formaban cuadrillas: algunos montaban a caballo, otros caminaban, todos atentos a evitar que los animales se dispersaran. El ruido de machetes, silbidos y gritos se mezclaba con el polvo de los caminos y el relinchar de los caballos.
Los cerdos, una historia aparte
Arrear cerdos representaba un reto aún mayor. Los animales, menos dóciles y más propensos al pánico, debían caminar en grupo, y cualquier ruido podía provocar su desbande. Se utilizaban cercos improvisados hechos con ramas y los arreadores dormían junto a los animales en el monte para evitar pérdidas. Era común que algunos cerdos murieran por agotamiento o que se ahogaran al intentar cruzar los ríos.
Del río al mercado: el ganado por agua y tierra
Otra modalidad del comercio ganadero incluía el uso del río San Carlos como vía de transporte. Ganaderos de comunidades como Boca Tapada, Cureña o Boca Arenal cargaban su ganado en lanchas y botes, y lo trasladaban río abajo hasta Muelle de San Carlos, punto neurálgico de conexión con el Valle Central.
Desde allí, comenzaba una nueva etapa del viaje, ya por tierra. Se calcula que el trayecto desde Muelle hasta Alajuela podía tomar hasta una semana completa, dependiendo de las condiciones del camino.
Una actividad que forjó pueblos
Lejos de ser una simple faena comercial, el arreo de animales fue durante muchos años un motor de desarrollo para la Región Huetar Norte. Los arreadores no solo generaban ingresos para sus familias, sino que también creaban redes comerciales y sociales entre el norte y el centro del país. Sus recorridos conectaban comunidades aisladas y abrieron brechas que, con el tiempo, se convertirían en caminos transitables.
En cada viaje se tejían historias de esfuerzo, ingenio y resistencia. Muchas de ellas sobreviven hoy en la memoria de los adultos mayores o en relatos como los de Rodríguez Chaves, que rescatan una parte olvidada del patrimonio cultural de la región.
Pese al paso del tiempo y al desarrollo de nuevas carreteras, el legado de estos hombres a caballo y a pie permanece vivo: fueron ellos, los arreadores, quienes abrieron a punta de machete y coraje, los caminos que hoy muchos transitan sin recordar que alguna vez fueron pura montaña.
Fotografía principal: cortesía de Fotos Antiguas Costa Rica y su Historia (Erizo y Pochet)
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