Parece que el Congreso de la República se está convirtiendo en un centro de meditación profunda, yoga extremo o tal vez un hotel cápsula. Esta semana, se sumó otro distinguido miembro al club de los que prefieren soñar despiertos (o dormidos) en plena sesión: el diputado oficialista Daniel Vargas Quirós. Sí, el mismo que juró trabajar por el país… pero parece que se refería al sueño costarricense.
Ya no está sola la diputada Rosaura Méndez del PLN, famosa por sus siestas parlamentarias. Ahora tiene compañía: el compañero ideal de siesta, su alma gemela en brazos de Morfeo. Juntos podrían protagonizar una telenovela: “Amor en el Plenario: entre bostezos y ronquidos”.

Se dice que en lugar de curul, ya piden una cama tamaño queen con cobija, dos almohadas y un despertador que suene solo al final del mes, justo cuando hay que pasar por Tesorería a recoger sus más de 4 millones de colones en salario. Ah, pero para eso sí están bien despiertos, ojo alerta y paso firme.
Mientras el país se desangra por el crimen organizado, mientras el narcotráfico gana terreno y el turismo se despide con una lágrima en la mejilla… ¡estos duermen! Quizás están soñando con un país mejor. O con vacaciones. O con un mundo en donde el trabajo legislativo se pague por ronquido.
Y ojo, porque si esto sigue así, habrá que cambiar el Reglamento de la Asamblea y permitir pijamas como vestimenta oficial, ofrecer café solo a los que no roncan, y sustituir el botón de votación por uno de “snooze”.
¿Y la ciudadanía? Bien, gracias. También medio dormida… porque seguimos permitiendo que nuestros impuestos financien esta tragicomedia nacional.
