Con precisión quirúrgica y una fuerza sin precedentes, la GBU-57/B Massive Ordnance Penetrator fue clave en el reciente ataque estadounidense contra instalaciones subterráneas en Irán.
Washington, 22 de junio de 2025 – El reciente bombardeo de Estados Unidos contra tres instalaciones nucleares críticas de Irán marcó un antes y un después en la estrategia militar de ataque profundo. En el centro de la operación estuvo una de las armas más avanzadas del arsenal estadounidense: la bomba antibúnker GBU-57/B, conocida como Massive Ordnance Penetrator (MOP), desarrollada específicamente para destruir objetivos situados a gran profundidad.
El ataque, confirmado por el presidente Donald Trump, tuvo como blanco las plantas de Fordow, Natanz e Isfahan, puntos clave del controvertido programa nuclear iraní. Fordow, en particular, representa un desafío único: construida dentro de una montaña a las afueras de Qom, fue diseñada para resistir cualquier ataque convencional. Hasta ahora.
Con un peso de más de 13 toneladas y una capacidad de penetración que supera los 60 metros de concreto reforzado, la GBU-57/B se convierte en la única bomba convencional capaz de llegar a blancos profundamente enterrados. Su despliegue a bordo de bombarderos furtivos B-2 Spirit permite ataques sorpresa con una probabilidad mínima de detección, lo que fue determinante para el éxito del operativo.
El arma para lo que antes era inalcanzable
El desarrollo de la GBU-57/B nació como respuesta a la necesidad de enfrentar amenazas nucleares ocultas en complejos subterráneos, como los de Irán y Corea del Norte. Diseñada por la empresa Boeing y probada por la Fuerza Aérea de EE.UU. desde 2009, esta bomba convencional se transformó en una herramienta clave para debilitar la confianza en la invulnerabilidad de los refugios nucleares.
Según informes oficiales, la planta de Fordow habría sido “neutralizada completamente” tras recibir “una carga completa de bombas”, en palabras de Trump. El mandatario destacó que todas las aeronaves involucradas regresaron sin contratiempos, un logro técnico que subraya la capacidad del B-2 y la precisión del armamento utilizado.
Golpe quirúrgico, mensaje geopolítico
La acción militar no solo apuntó a frenar el avance del enriquecimiento de uranio iraní —que según el OIEA había superado el umbral del 80%— sino también a enviar un mensaje claro: ningún refugio, por profundo que sea, queda fuera del alcance de la tecnología militar estadounidense.
Este ataque se distingue de otros realizados por Israel en años recientes. Mientras los israelíes lograron retrasos temporales en el programa nuclear iraní, el uso de la MOP por parte de EE.UU. apunta a una disrupción de largo plazo. Los analistas estiman que el daño a las plantas podría atrasar el desarrollo nuclear de Irán por varios años.
Fordow, el símbolo de la penetración máxima
La destrucción de Fordow tiene un fuerte peso simbólico. Durante años, la instalación fue presentada por Irán como inexpugnable. Sin embargo, las capacidades de la MOP y su exitoso uso demuestran que incluso las infraestructuras más protegidas son vulnerables. El mensaje también impacta en otras potencias: quien controle armas de penetración profunda domina el escenario subterráneo.
El bombardeo también afectó a Natanz, parcialmente subterránea, e Isfahan, crucial para la conversión de uranio. Al golpear estos tres nodos, EE.UU. interrumpió buena parte del ciclo de desarrollo atómico persa, según observadores militares.
Una bomba con nombre propio y efectos globales
La GBU-57/B, por ahora en manos exclusivas de Estados Unidos, se convierte en un factor de disuasión no solo contra Irán, sino contra cualquier nación que considere esconder su poder militar bajo tierra. Ningún otro país ha logrado replicar su capacidad de penetración y precisión sin el uso de armas nucleares.
Este monopolio tecnológico genera inquietud entre aliados y adversarios. Si bien se evita el uso de armas atómicas, el mensaje es claro: Estados Unidos puede desmantelar instalaciones consideradas indestructibles sin cruzar la línea nuclear.
Irán promete respuesta
Como era de esperarse, Teherán reaccionó con dureza. Funcionarios del régimen calificaron el ataque como una “agresión sin precedentes” y advirtieron de “graves consecuencias para la estabilidad de toda la región”. La activación de defensas aéreas en Qom y otras ciudades refleja la alerta máxima en la que ha quedado el país tras el bombardeo.
Mientras tanto, Washington sostiene que el operativo fue una medida de “defensa preventiva”, ante el inminente riesgo de que Irán alcanzara capacidad nuclear operativa en semanas. “No vamos a esperar a que lancen un arma. Esta fue una advertencia clara”, expresó Trump en conferencia de prensa.
¿Nueva carrera armamentista?
El uso de la GBU-57/B reabre el debate sobre la seguridad global. Si los búnkeres ya no son seguros, ¿dónde pueden protegerse las capacidades estratégicas? El temor a nuevos ataques podría desencadenar una ola de refuerzo en infraestructuras subterráneas por parte de otras potencias.
Estados Unidos, por ahora, mantiene la ventaja tecnológica. Pero el equilibrio militar global podría verse afectado si otros países optan por desarrollar armamento similar o recurren a nuevas formas de defensa, incluyendo la proliferación nuclear acelerada.
Conclusión
La operación sobre Fordow, Natanz e Isfahan no solo fue un golpe quirúrgico al corazón del programa nuclear iraní; fue también una exhibición de poder militar que redefine lo que hoy es alcanzable. Con la GBU-57/B MOP, Estados Unidos no solo destruyó búnkeres: rompió un paradigma.