San José, Costa Rica. La precandidata presidencial Laura Fernández, del partido Pueblo Soberano, volvió a ser el centro de la conversación… pero no por una propuesta de gobierno ni por una brillante intervención política, sino por el uso “intensivo y creativo” del Photoshop en sus fotografías oficiales.
En redes sociales, decenas de internautas compartieron comparaciones entre las imágenes que Fernández publica en sus perfiles y aquellas donde aparece sin retoques, levantando una ola de comentarios sarcásticos sobre su apariencia, autenticidad y proyección política. “Queremos saber si votamos por Laura o por una inteligencia artificial”, escribió un usuario. Otro fue más mordaz: “Con esos filtros, ni el padrón electoral la reconocería”.

La principal crítica gira en torno a los profundos cambios que se le hacen a su rostro: piel completamente lisa, nariz afinada, pómulos elevados y una expresión facial más cercana a una modelo de catálogo que a una figura pública de carne y hueso. Para muchos, esta constante alteración de su imagen no solo es engañosa, sino que dice mucho más de su personalidad política de lo que ella misma quisiera admitir.
“Una persona que no puede mostrarse tal cual es, difícilmente puede mostrarnos un plan de gobierno sincero”, opinó otra usuaria. Incluso algunos defensores de la imagen política y el marketing digital han lanzado sus dardos: “¿Dónde están sus asesores? Mostrar una versión tan irreal de ella misma genera desconfianza y hasta burla”.
¿Quién es Laura Fernández?
Laura Fernández Delgado es una figura relativamente nueva en las altas ligas de la política costarricense. Exministra de Planificación durante la administración de Carlos Alvarado, Fernández ha intentado construir una imagen de mujer fuerte, técnica y decidida. Pero esa narrativa se ha visto opacada por diversos escándalos personales y políticos.
Entre ellos, destaca su cercana relación con el actual alcalde de Cartago, Mario Redondo, exdiputado y exmilitante de Liberación Nacional, con quien se le ha vinculado sentimentalmente. Esta relación ha estado rodeada de rumores y comentarios públicos, especialmente por las muestras de apoyo político entre ambos.
Además, Fernández también ha protagonizado una polémica con el periodista Camilo Rodríguez, a quien supuestamente intentó demandar por publicaciones que consideró lesivas a su imagen. Sin embargo, la acción legal nunca prosperó, y el tema terminó por reforzar la percepción de que la aspirante presidencial no tolera la crítica, ni siquiera cuando se trata de humor político o análisis mediático.
¿Laura versión real o edición deluxe?
Más allá de las bromas y las críticas, el fenómeno de Laura Fernández y su “doble digital” plantea una pregunta seria sobre la autenticidad en la política actual. ¿Qué tan importante es la imagen frente a las ideas? ¿Debe un político verse perfecto, aunque sea irreal, para ser aceptado?
Por lo pronto, las redes ya han sentenciado: la Laura real parece haber sido secuestrada por la versión digital, y algunos ya piden recompensa por encontrarla.
Porque si algo está claro, es que a este paso, en las papeletas 2026 no votaremos por una persona… sino por un filtro.
