Costa Rica al rescate de África y Medio Oriente con antiveneno contra escorpiones

En un rincón de los laboratorios del Instituto Clodomiro Picado (ICP), en la Universidad de Costa Rica (UCR), se gesta una hazaña científica que podría cambiar el destino de miles de personas en el otro lado del mundo. Tras décadas de liderazgo mundial en sueros contra mordeduras de serpiente, por primera vez un equipo costarricense se lanza a neutralizar otro enemigo silencioso: el escorpión.

El proyecto, bautizado como ScorpiTAb-ICP, avanza con pasos firmes y la ambición de convertirse en el primer antiveneno costarricense contra especies altamente letales de escorpiones del norte de África y Medio Oriente. Se trata de una formulación capaz de contrarrestar el veneno del Androctonus australis, Buthus mardochei y Leiurus quinquestriatus, tres de los arácnidos más peligrosos del planeta.

Una solución con origen tico y alcance global

La iniciativa nació como respuesta a un vacío sanitario. Durante años, una farmacéutica internacional abasteció de antiveneno a la región MENA (Middle East and North Africa), pero suspendió su producción por razones comerciales. El producto, dirigido a una enfermedad que afecta principalmente a personas de escasos recursos, dejó de ser rentable.

Ante la retirada, el ICP-UCR decidió actuar. Sin fines de lucro, con un enfoque científico y humanitario, el equipo de más de 30 personas asumió el reto de producir una alternativa eficaz, estable y accesible. En apenas 18 meses, desarrollaron una formulación liofilizada, resistente al calor y con una vida útil de cinco años, ideal para climas extremos y lugares sin refrigeración.

“Queremos salvar vidas en Marruecos, Egipto, Sudán… Donde el escorpionismo es una amenaza cotidiana y muchas veces invisible”, explicó la Dra. María Herrera Vega, coordinadora del proyecto. “La motivación no es económica. Es humana”.

Miles de muertes que pueden evitarse

Aunque parezca una amenaza lejana, la picadura de escorpión cobra miles de vidas al año. Según un estudio publicado en Acta Tropica, más de 1.2 millones de personas sufren picaduras de escorpión anualmente y al menos 3.250 mueren, en su mayoría niños.

En Sudán, por ejemplo, la mortalidad es particularmente alta en comunidades rurales. Durante la temporada de lluvias, cuando los escorpiones invaden viviendas tras las inundaciones, los cementerios infantiles se llenan.

“Es desgarrador. Nos contaban en Sudán que las muertes por picaduras son una constante. No podíamos quedarnos de brazos cruzados”, comenta Herrera.

Tecnología con potencia sorprendente

Para producir el suero, el ICP importó venenos purificados desde Francia y procedió a inmunizar cuidadosamente a cuatro caballos. A partir de su respuesta inmune, se generaron los anticuerpos neutralizantes.

Los resultados han superado las expectativas. Mientras los estándares internacionales exigen una capacidad de neutralización de 50 dosis letales por mililitro, el producto tico alcanza entre 385 y 550 dosis neutralizadas, dependiendo del veneno.

“Es una formulación mucho más potente que lo esperado”, resalta el M. Sc. Andrés Sánchez Brenes, uno de los científicos líderes. “Logramos que un solo vial de 10 mL contenga una dosis completa, lo que reduce los costos y facilita su aplicación”.

En pruebas preclínicas en Marruecos

Gracias a la colaboración con el Instituto Pasteur de Marruecos, los primeros lotes del suero ya están siendo evaluados en pruebas preclínicas con venenos locales. Se espera que para el 2025 se cumplan los tres años requeridos del estudio de estabilidad para iniciar el proceso de registro sanitario en los países donde más se necesita.

“Vamos paso a paso. También se probará si nuestro antídoto puede proteger contra otras especies de escorpiones, algo que intuimos, pero que queremos que validen terceros”, añade Herrera.

Un esfuerzo colectivo con rostro humano

El desarrollo de ScorpiTAb-ICP ha sido posible gracias a un equipo comprometido que incluye desde técnicos de laboratorio hasta cuidadores de caballos. Cada eslabón ha sido esencial para avanzar en una solución que aspira a reducir muertes, sufrimiento y carga sobre sistemas de salud en contextos frágiles.

Aunque todavía falta superar pruebas clínicas y regulatorias, el potencial del suero es claro.

“Con que este suero salve una sola vida en África o Medio Oriente, ya habrá valido la pena”, concluye Sánchez. “Eso nos recuerda por qué hacemos ciencia en Costa Rica”.

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