El 19 de marzo de 1946 marcó un antes y un después en la historia de la salud en la Zona Norte de Costa Rica con la inauguración del primer Hospital San Carlos, una estructura modesta que durante décadas fue el principal refugio médico para miles de sancarleños. Esta casona de madera, ubicada en el corazón de Ciudad Quesada, fue testigo del nacimiento del sistema de salud en la región y de innumerables historias humanas, entre partos, enfermedades y atención solidaria.
Compuesto por una estructura central y tres pabellones, todos en madera, el hospital albergó a los primeros médicos y enfermeras que, con vocación y compromiso, atendieron a una población rural en condiciones sumamente limitadas. Emergencias, consultas generales, partos e incluso pequeñas cirugías eran realizadas en un contexto donde las carencias eran la norma y los recursos escasos.

El legado del doctor Olivier Hidalgo
Uno de los pilares fundamentales en esa primera etapa fue el doctor Olivier Hidalgo Quirós, quien inició su carrera médica justamente en 1946, cuando abrió sus puertas el primer hospital. Hidalgo, fallecido recientemente a los 95 años, fue el primer médico titulado en San Carlos, el primer cirujano, el primer médico judicial ad honórem, y más adelante, el primer director regional del hospital.
En una entrevista realizada años atrás, el doctor Hidalgo relató las duras condiciones en que se daban los partos en ese entonces:
“Era normal que la madre o el niño murieran en el parto, porque no habían los medios que hay hoy. No habían pediatras y los niños los traían al mundo parteras o familiares. Y si sobrevivía el niño, había muchas posibilidades de que muriera por complicaciones no tratadas o por parásitos como lombrices”, contó el médico.
También recordó cómo las mujeres embarazadas debían viajar durante días en carretas de bueyes o a caballo, cruzando montañas y ríos sin puentes, para recibir atención en Ciudad Quesada, donde funcionaba el único centro médico disponible, atendido por monjas y apoyado por la Junta de Protección Social.
Además del riesgo materno-infantil, enfermedades como la malaria y el paludismo cobraban muchas vidas, especialmente en niños que vivían en zonas donde abundaban los mosquitos transmisores. La falta de agua potable también agravaba la salud de la infancia, ya que los parásitos intestinales eran comunes y muchas veces mortales.
Transición y modernización
Fue hasta mediados de la década de 1970 que la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS) asumió la administración del hospital. Esta transición dio paso a una nueva era en la atención médica regional. En el gobierno de Rodrigo Carazo Odio (1978-1982) se construyó el nuevo Hospital San Carlos, con más espacio, mejor infraestructura y servicios especializados, como la unidad de pediatría, que vino a salvar muchas vidas infantiles que antes se perdían por falta de atención adecuada.
La antigua casona de madera quedó entonces como sede de otras instituciones públicas.
Declaratoria patrimonial… y demolición
Reconociendo su importancia histórica y arquitectónica, el 28 de noviembre de 1998, durante la administración del presidente Miguel Ángel Rodríguez, el antiguo hospital fue declarado Patrimonio Histórico-Arquitectónico de Costa Rica, mediante un decreto firmado por la ministra de Cultura, Juventud y Deportes, Astrid Fischel Volio.
Dicho decreto prohibía expresamente su demolición o remodelación sin autorización del Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural. Sin embargo, el deterioro progresivo y la falta de mantenimiento provocaron que la estructura fuera finalmente demolida, y en su lugar se construyó la actual sucursal de la Caja Costarricense del Seguro Social en Ciudad Quesada.
Un recuerdo imborrable
Hoy, del antiguo hospital solo queda el recuerdo de su importancia y el legado de los pioneros como el doctor Olivier Hidalgo Quirós, quien durante 30 años entregó su vida a la medicina pública en San Carlos. Su labor marcó a generaciones y sentó las bases de un sistema de salud que hoy continúa salvando vidas en la región.
Aunque la vieja casona ya no existe, su historia sigue viva en la memoria colectiva de una comunidad que nunca olvidará a quienes forjaron, con entrega y sacrificio, los primeros pasos de la atención médica en la Zona Norte.
