Zepol, ungüento tico como el “gallo pinto” nacido del ingenio y la necesidad

San José, 18 oct — Pocos productos logran mantenerse vigentes durante generaciones como el ungüento Zepol, un clásico en los hogares costarricenses que combina historia, ingenio y tradición. Detrás de su característico aroma mentolado se esconde una historia que comenzó hace más de un siglo, cuando un farmacéutico venezolano quedó atrapado en Costa Rica por azares del destino.

Su creador fue Luis Alejandro López, un farmacéutico nacido en Venezuela que llegó al país en la década de 1920. En 1924, un fuerte terremoto lo dejó varado en la provincia de Limón, donde comenzó a trabajar como regente farmacéutico en las zonas bananeras del Caribe costarricense.

En aquel tiempo, los trabajadores de las plantaciones enfrentaban constantes picaduras de insectos, resfriados y problemas respiratorios derivados del clima húmedo y las duras condiciones laborales. López, observando estas necesidades, decidió formular un ungüento que ayudara a aliviar esos malestares. Así nació Zepol, un producto que pronto se convirtió en un remedio casero indispensable.

El nombre del ungüento tiene una curiosidad lingüística: “Zepol” es simplemente el apellido del inventor escrito al revés. El farmacéutico decidió bautizarlo así como una forma sencilla pero ingeniosa de dejar su firma en el producto.

Con el paso de los años, Zepol trascendió las fronteras de Limón y se distribuyó en todo el país, ganando fama por su efectividad contra dolores musculares, resfriados, tos y picaduras. Su mezcla de mentol, alcanfor y eucalipto se volvió un símbolo de alivio y cuidado familiar.

Hoy, más de cien años después, Zepol sigue siendo un emblema nacional, utilizado por generaciones y producido con la misma esencia que lo vio nacer: la combinación entre la ciencia farmacéutica y la sabiduría popular.

Desde una necesidad en medio del trópico hasta convertirse en un producto de identidad costarricense, el ungüento Zepol demuestra que la innovación también puede surgir de los momentos más inesperados.