En el 60 aniversario de la ordenación del Padre Eduardo Bolaños, el pasado 23 de diciembre, Monseñor José Manuel Garita, obispo de la Diócesis de Ciudad Quesada, inauguró el mausoleo que se construyó en el templo de Pital como expresión de reconocimiento y gratitud a su legado de amor.
El padre Bolaños, como era conocido, falleció el 30 de mayo del 2010 a la edad de 73 años, por causas naturales.
«El Padre Eduardo Bolaños como sacerdote de Jesucristo: fue el mensajero y enviado, fue quien preparó a tantas personas y generaciones para conocer, recibir, amar y seguir al Señor. Fue el mensajero y predicador que anunció la conversión y la reconciliación, que dio testimonio y administró incansablemente la misericordia de Dios. Fue el mensajero que se convirtió en constante e infatigable misionero visitando todas las comunidades de esta parroquia«, dijo el Garita.
«Pero hay algo muy importante; el P. Eduardo tenía muy claro que, como mensajero y enviado, era un instrumento de Dios, no centro ni protagonista. Quien lleva un mensaje, y por consiguiente es mensajero, es enviado de parte y en nombre de otro; no se envía ni se anuncia a sí mismo. Me parece que esto lo entendió y lo vivió muy bien el P. Eduardo como instrumento y servidor de Cristo y la Iglesia. Este testimonio de identidad y servicio sacerdotal es lo que cala profundamente y deja huella imborrable en una comunidad cristiana, como ocurrió en el caso del P. Eduardo y esta parroquia de Pital«, expresó Monseñor.
Padre Bolaños.
Nació en Grecia en 1937, fue el mayor de cuatro hermanos. Su padre Eduardo Bolaños murió cuando él era un niño y creció bajo el amparo de su madre María Rosa Morera, que trabajo duro para cuidarlo.
El llamado al sacerdocio lo sintió cuando estaba en quinto año del colegio en julio de 1954.
Fue ordenado sacerdote en la catedral de Alajuela, el 23 de diciembre de 1961 por el entonces Monseñor Juan Vicente Solís
.Bolaños estuvo 21 años en Pital como sacerdote, aquí fue el lugar donde más a gusto se sintió, porque se guardaba mucho los valores y costumbres del pueblo, decía.
En 1965 llegó como presbítero a la comunidad de Sarapiquí, recuerda que tenía que trasladarse en lancha o caballo para oficiar misas en comunidades alejadas.
De ahí pasó a la Parroquia de Venecia y luego a la de Pital. En 1998 decidió pensionarse, pero no se retiro del oficio sacerdotal,. Continuó su labor en la comunidad de Las Delicias de Aguas Zarcas donde vivía, pero también oficiaba misa los sábados en San José de Aguas Zarcas y los domingos en Cerro Cortés.
Foto principal de la Diócesis de Ciudad Quesada.