El miércoles, al menos 103 personas perdieron la vida en un atentado con bomba en Kermán, Irán, mientras una multitud conmemoraba el cuarto aniversario de la muerte del general Qasem Soleimani, según informes de medios estatales iraníes. Las explosiones, ocurridas cerca de la mezquita Saheb al Zaman, donde se encuentra la tumba de Soleimani, han dejado también 211 personas heridas, algunas en estado crítico.
Rahman Jalali, vicegobernador de la provincia de Kermán, describió el incidente como un «atentado terrorista» en declaraciones a la televisión estatal. Aunque aún no se ha atribuido la responsabilidad del ataque, las autoridades iraníes están investigando la posibilidad de que las bombas hayan sido detonadas por control remoto.
El presidente Ebrahim Raisi condenó el ataque como «odioso», y se decretó un día de luto nacional. El líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei, prometió una «dura respuesta» a los responsables del atentado.
Las imágenes del incidente muestran a la multitud tratando de huir mientras el personal de seguridad acordonaba la zona. Aunque nadie ha reivindicado el ataque hasta el momento, este constituye el más mortífero en Irán desde la revolución islámica de 1979.
La comunidad internacional ha expresado su solidaridad con Irán, con condenas provenientes de líderes como Vladimir Putin y declaraciones de varios países, incluyendo a Irak y la Unión Europea, que calificaron el acto como terrorista.
Irán ha sido escenario de tensiones y actos de violencia en las últimas semanas, incluido el ataque en Beirut donde murió Saleh Al Aruri, número dos de Hamás y aliado de Irán, un día antes del atentado en Kermán. La situación resalta la necesidad de abordar la seguridad en la región y revisar la legislación para enfrentar amenazas terroristas.