En las exuberantes tierras de la Zona Norte de Costa Rica, específicamente en Sarapiquí, habita una criatura fascinante conocida como el murciélago blanco o albino. Este microquiróptero, que apenas alcanza los 3-4 centímetros de tamaño, despierta el interés de los observadores de la naturaleza por sus particulares características y comportamientos.
El murciélago blanco se distingue por sus grandes orejas y una nariz puntiaguda, complementando su apariencia diminuta con un peso de tan solo siete gramos. Este pequeño mamífero nocturno se nutre principalmente de pulpa y semillas de plantas durante la noche, contribuyendo a la vitalidad del ecosistema.
Ver.Estación Biológica la Selva en Sarapiquí realizó 39 edición del Conteo Navideño de Aves.
Una de las maravillas que destacan a esta especie es su habilidad para construir refugios únicos utilizando las hojas de heliconias. Al cortar las venas laterales de las largas hojas, el murciélago blanco las extiende hacia afuera de la vena central y las dobla hábilmente, creando una especie de carpa. Estos murciélagos blancos forman pequeñas colonias que consisten en un macho y varias hembras, colgándose del techo de estas carpas improvisadas. Esta estrategia les permite resguardarse de la lluvia y evadir a algunos depredadores, convirtiendo las hojas de heliconias en sus hogares naturales.
Esta fascinante especie no se limita a Sarapiquí, ya que también se encuentra en la Zona Norte y Caribe de Costa Rica, así como en diversas regiones de Centroamérica y México. El murciélago blanco exhibe preferencia por diversas plantas para la construcción de sus refugios, siendo la heliconia la opción más popular.
Este mamífero muestra un ciclo de vida asombroso; sus crías, capaces de volar a partir de los siete días de nacidas, alcanzan la semejanza con los adultos al cumplir los 35 días. Además, una peculiaridad única de esta especie es su capacidad para cambiar de color al caer el sol a través de las copas de los árboles, camuflándose eficazmente de posibles depredadores.
En el contexto más amplio de la biodiversidad costarricense, los murciélagos desempeñan un papel crucial como polinizadores y controladores de plagas de insectos. Costa Rica alberga al menos 108 especies de murciélagos, lo que representa un notable 11% del total de especies conocidas en el mundo. Además, más de la mitad de todas las especies de mamíferos en el país pertenecen a esta fascinante orden.
Un dato relevante es que en Costa Rica, 22 especies de murciélagos utilizan cuevas como refugio, mientras que otras 17 especies construyen sus refugios empleando diversos tipos de vegetación, incluyendo las hojas de heliconias que tanto aprecia el murciélago blanco.
Si bien el murciélago albino se avista en varias regiones del país, es en el Caribe de Costa Rica, como muestra una cautivadora fotografía tomada en la Estación Biológica La Selva, donde se le puede observar con mayor frecuencia, añadiendo un toque de misterio y maravilla a la rica biodiversidad de la región. En definitiva, el murciélago blanco de Sarapiquí destaca como un tesoro natural, revelando la asombrosa complejidad y adaptabilidad de la vida silvestre costarricense.
.Foto Estación Biológica la Selva.