Colombia presenció una intensa jornada de protestas que se extendió por todo el país, con sectores de oposición expresando su descontento hacia algunos de los proyectos sociales propuestos por el gobierno del presidente Gustavo Petro.
Las manifestaciones se llevaron a cabo en diversas ciudades importantes como Bogotá, Cali, Medellín, Cartagena, Barranquilla, Villavicencio y Bucaramanga, demostrando la amplitud geográfica y el alcance del descontento ciudadano.
En Bogotá, por ejemplo, la Secretaría de Gobierno informó de una concentración de aproximadamente 70.000 personas, mientras que en Medellín la participación alcanzó cerca de 350.000 personas, evidenciando la magnitud de la movilización.
Tras la culminación de las protestas, el presidente Gustavo Petro hizo uso de su cuenta oficial para afirmar que, si bien respeta las manifestaciones, considera que su principal objetivo era «gritar fuera Petro y derrocar el gobierno del cambio».
A diferencia de las opiniones expresadas por Laura Sarabia y el ministro Luis Fernando Velasco, quienes abogaron por la reflexión y autocrítica, el jefe de Estado reiteró su teoría de un presunto golpe blando en su contra, enfatizando que el destino de su gobierno «dependerá exclusivamente del apoyo del pueblo».
Este panorama refleja la complejidad política y social que atraviesa Colombia, subrayando la importancia de un diálogo constructivo y acciones que promuevan la reconciliación y el bienestar colectivo.