Fumata rosa frente al Vaticano: mujeres alzan la voz para reclamar su lugar en el cónclave

Ciudad del Vaticano. En un hecho simbólico cargado de reivindicación, un grupo de mujeres católicas realizó este miércoles una manifestación frente al Vaticano, en la que lanzaron una “fumata rosa” para exigir su inclusión en los procesos de toma de decisiones dentro de la Iglesia, especialmente en el cónclave, donde se elige al papa.

La iniciativa, organizada por el movimiento internacional “Voices of Faith”, busca visibilizar la exclusión histórica de las mujeres en los espacios de poder del Vaticano. Vestidas con ropa en tonos púrpura y portando carteles con mensajes como “Sin mujeres no hay Iglesia” y “Queremos voz y voto”, las manifestantes encendieron bengalas rosas frente a la Plaza de San Pedro, una clara alusión a la tradicional fumata blanca o negra que anuncia el resultado de la elección papal.

“Es hora de que las mujeres tengan un lugar en la mesa donde se toman las decisiones más importantes de nuestra fe. No pedimos privilegios, pedimos justicia y representación”, afirmó Miriam Duignan, portavoz del grupo, ante medios internacionales.

Actualmente, el cónclave está compuesto exclusivamente por cardenales varones, y las mujeres no tienen derecho a votar ni a participar directamente en la elección del sumo pontífice. Aunque en los últimos años el papa Francisco ha dado pasos hacia una mayor inclusión, como nombrar a mujeres en cargos de liderazgo dentro de algunos dicasterios vaticanos, la participación femenina en el corazón de la jerarquía eclesial sigue siendo extremadamente limitada.

Las manifestantes también hicieron un llamado al próximo Sínodo de los Obispos, pidiendo que se escuchen activamente las voces de las mujeres y se aborde la cuestión de la igualdad de género en la Iglesia.

La “fumata rosa” no es solo un acto simbólico, sino un grito de esperanza y determinación de miles de mujeres católicas alrededor del mundo que claman por una Iglesia más inclusiva, justa y coherente con los tiempos actuales. ¿Podrá el Vaticano encender, algún día, una verdadera señal de cambio?

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