Chaves casi inaugura carretera inexistente entre abrazos, perritos y gritos de “¡Llegó papi!”

El presidente Rodrigo Chaves se fue ayer viernes para Sifón de San Ramón con un propósito claro: dar el banderazo de inicio de la construcción de la Punta Sur, con toda la pompa y cariño posible, una carretera que… bueno, todavía no existe. Pero eso no lo detuvo. No señor. Porque si hay algo que Chaves domina mejor que el discurso político es el “show” de pueblo: abrazar, besar, alzar niños y, por qué no, hasta darle amor a unos cuantos perritos. Porque en esta administración, ¡todos sienten el afecto presidencial!

El evento, que algunos llaman “el casi-bandera” o “la inauguración simbólica de algo que aún hay que expropiar, diseñar y construir”, tuvo todos los elementos de un acto épico: música, aplausos, ancianas emocionadas, líderes comunales con la lágrima asomada y, por supuesto, un Chaves en su mejor versión melosa y efusiva, repartiendo abrazos como si fueran stickers en WhatsApp.

Aunque el proyecto real aún requiere más de 40 expropiaciones, permisos ambientales, diseños y la construcción de puentes (¡detalle menor!), el mandatario no dudó en apropiarse del momento como si ya tuviera una autopista de seis carriles en pleno funcionamiento. Porque si algo ha quedado claro es que cuando Chaves promete, no deja que la realidad lo frene.

“¡Jaguar! ¡Jaguar!”, gritaban los presentes como si estuvieran invocando a un superhéroe mesoamericano, mientras el Presidente alzaba el puño con fervor y casi se arranca en un baile patriótico durante el Himno Nacional. Sí, bailó. Porque en la Costa Rica de hoy, las inauguraciones sin obra son como los chicharrones sin yuca: igual se celebran.

Entre los aplausos, se escuchaban también los infaltables: “¡No está solo!” y el célebre “¡Llegó papi!”, porque nada dice infraestructura vial como un buen apodo afectivo. Chaves, sonriente, se dejó querer. Abrazó a mujeres, adultos mayores, personas con discapacidad y hasta a uno que otro funcionario con cara de “¿cuándo arrancamos en serio con esto?”.

El mandatario aprovechó el momento para recordar que esta carretera lleva más de 50 años de promesas incumplidas, aunque no mencionó que la suya podría estar en camino a sumarse a la lista si no se avanza pronto en lo que verdaderamente importa: hacerla.

Pero no nos pongamos pesados con detalles técnicos. ¿Qué son unas expropiaciones y planos comparados con una buena jornada de abrazoterapia presidencial? Porque, aunque la carretera a San Carlos todavía esté más en los discursos que en los mapas, lo cierto es que en Sifón ya se siente el olor a alquitrán… o al menos, a puro entusiasmo.

Mientras tanto, la carretera sigue durmiendo el sueño de los justos. Pero eso sí, con el arrullo de un presidente que no necesita cemento ni asfalto para echarse al pueblo a la bolsa.

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