Lucía Topolansky, entre la militancia, los recuerdos y el legado de una chacra con historia
A punto de cumplir 81 años, Lucía Topolansky, viuda del expresidente José Mujica, se niega a ceder ante la inercia del duelo. Tras el fallecimiento de su compañero de vida y militancia, la exvicepresidenta de Uruguay decidió ponerse nuevamente en movimiento. No hay tiempo para quedarse de brazos cruzados, según dice; ni la tristeza ni la edad pueden inmovilizarla.
En una entrevista con VTV Noticias, Topolansky explicó que ha vuelto a su rutina con la disciplina de quien entiende que detenerse no es opción:
“Uno no se puede quedar mano sobre mano. Eso no es recomendable, y menos a la edad que yo tengo… Si te quedás quieta, metida en un pozo, no salís más”.
Volver al ruedo es también volver a la política. Consciente de su rol histórico y de su vocación intacta, afirmó con determinación:
“Yo voy a militar hasta el último día de mi vida”.
Después de más de un año dedicada casi por completo a acompañar la enfermedad de Mujica, Topolansky confiesa que ahora le toca “ponerse a rueda” con los temas del presente, volver a sentir que su tiempo y su cabeza están ocupados en algo que sirve. Siente que aún tiene mucho que aportar, aunque no figure en papeletas electorales.
Uno de los recuerdos más valiosos que guarda es el momento en que Mujica alcanzó a ver cómo su espacio político se convirtió en el más votado en la historia del país. Ella, sin protagonismo, continúa cerca, guiando a quienes recién se estrenan en la vida parlamentaria, como quien riega las semillas de un árbol que ayudó a plantar hace décadas.
Topolansky aún vive en la famosa chacra del Rincón del Cerro, la humilde vivienda que se volvió emblema de la austeridad del “Pepe”. Sin hijos y con plena conciencia del tiempo que le queda, decidió dejarlo todo claro:
“Esta chacra está a nombre mío desde que se compró. Yo no tengo hijos y tengo un testamento hecho. Va a quedar para la organización política”.
Su idea es que ese lugar no muera con ella. Lo imagina lleno de vida, de jóvenes en formación política, de actividades de base, pero también con la producción agrícola en marcha, aprovechando la buena tierra que los cobijó tantos años.
“Yo voy a cumplir 81 años y tampoco voy a vivir un disparate más”, dijo, con ese toque de humor seco que nunca le falta. “Pertenezco a una familia de longevos, pero no soy eterna. Lo sabemos”.
En los últimos meses, ella y Mujica hablaron mucho. Sabían que el tiempo no sobraba. El diagnóstico de cáncer de esófago que recibió el expresidente en abril de 2024 dejó pocas dudas. Aunque pelearon cada día por estirarlo, nunca se hicieron falsas ilusiones.
“Los médicos te dicen vaguedades para darte ánimo, y está bien. Pero sabíamos que iba para abajo. Por eso hablamos del futuro, de los deberes que él quería dejarnos”.
Hoy, Topolansky se aferra a esos “deberes” como a una brújula moral. Camina, orienta, siembra. Porque si algo tiene claro, es que el legado no se archiva: se cultiva.
Por Infobae