San Carlos, Alajuela – Un día como hoy, hace 57 años, el volcán Arenal sorprendió al país con una de las tragedias naturales más devastadoras de su historia. La mañana del 29 de julio de 1968, a las 7:30 a.m., este coloso ubicado en la Zona Norte de Costa Rica entró en erupción violenta, arrasando con todo a su paso durante tres días consecutivos.
La explosión tomó por sorpresa a los habitantes de las comunidades cercanas y destruyó completamente los poblados de Pueblo Nuevo, Tabacón y parte de San Luis, dejando un saldo trágico de al menos 90 personas fallecidas y desaparecidas, además de cuantiosas pérdidas materiales. Más de 230 kilómetros cuadrados fueron afectados por flujos de lava, lluvia de cenizas y materiales incandescentes que se desplazaron hasta 5,5 kilómetros desde el cráter, causando la muerte de decenas de personas y animales por asfixia, quemaduras y traumatismos.
Un volcán dormido que despertó con furia
Antes de la erupción de 1968, el Arenal era considerado un volcán inactivo o incluso extinto. La última erupción significativa, según estudios, pudo haber ocurrido entre 1525 y 1650. Por ello, muchas personas vivían y trabajaban en sus faldas, sin imaginar el riesgo latente.
El evento del 29 de julio marcó un antes y un después en la historia volcánica de Costa Rica. Se le considera la catástrofe volcánica más grave que ha vivido el país, no solo por las pérdidas humanas, sino también por el impacto económico y ambiental. El terreno quedó cubierto por cenizas, lava, piedras ardientes y cráteres secundarios, algunos de los cuales aún son visibles hoy día.
Actividad volcánica hasta 2010
Tras aquella erupción, el Arenal se mantuvo activo durante más de cuatro décadas, con frecuentes explosiones de lava, cenizas y gases. Su actividad constante lo convirtió en uno de los volcanes más monitoreados del país y una atracción turística de renombre internacional.
Sin embargo, desde el año 2010, el Arenal entró en una fase de reposo. Actualmente, no presenta erupciones de lava, pero mantiene fumarolas de alta temperatura y emisión de gases, lo que se conoce como actividad exhalativa. La actividad sísmica es muy baja, con solo algunos temblores volcanotectónicos esporádicos y un leve “tremor” o ruido volcánico en el interior del cráter.
Vigilancia científica permanente
Hoy en día, el volcán Arenal es objeto de vigilancia científica continua por parte de la Universidad de Costa Rica (UCR) y el Observatorio Sismológico y Vulcanológico de Arenal y Miravalles (OSIVAM), del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE). Estas instituciones generan información clave para la gestión del riesgo, especialmente ante un eventual retorno a la actividad eruptiva.
Un gigante turístico y geológico
El Arenal se eleva a 1.720 metros sobre el nivel del mar y se ubica a tan solo 7 kilómetros al suroeste de La Fortuna de San Carlos, uno de los principales destinos turísticos de Costa Rica. Su forma cónica casi perfecta y su historia eruptiva lo convierten en una de las joyas geológicas más importantes de la región.
El nombre “Arenal” proviene de la naturaleza de sus materiales eruptivos: lavas y piroclastos que, al desintegrarse, forman arenas que se depositan en las faldas del volcán y los cauces de los ríos cercanos.
Memoria viva de una tragedia
A más de medio siglo del desastre, el recuerdo de la erupción de 1968 sigue vivo en la memoria colectiva de los sancarleños y del país entero. La tragedia no solo dejó una herida profunda, sino que también impulsó una nueva cultura de prevención, monitoreo científico y respeto por la fuerza de la naturaleza.
