San Carlos, Costa Rica – En un consultorio del área norte del país, un vecino de San Carlos —que prefirió permanecer en el anonimato— recibió la confirmación que menos esperaba: una cita para urología… en cinco años. Con voz apagada, asegura que en su situación, sin recursos para acudir al sector privado, “solo me espera la muerte”. No es el único. En todo el cantón, ciudadanos denuncian con angustia que enfrentan demoras imposibles de tolerar: “La situación es caótica”, comenta una mujer cuya madre espera dictamen oncológico.

Estos testimonios —aunque difíciles de verificar individualmente— dan cuenta de una crisis crónica: las listas de espera en el Hospital San Carlos no han logrado descender a pesar de promesas oficiales. Algunas personas han sido citadas décadas adelante; otras mueren antes de recibir atención.
Casos extremos: San Carlos y los años de espera
Aunque no se dispone de una base pública que documente citas para urología en 2045, sí hay precedentes dramáticos para otras especialidades. Por ejemplo, un caso difundido señala que a una joven le asignaron una valoración ortopédica en el Hospital San Carlos recién para el año 2043, cuando ahora tiene 18 años —es decir, 25 años de espera para mero diagnóstico.
El Hospital San Carlos mismo reconoció que implementaría jornadas especiales de producción médica para reducir las demoras en varias especialidades (oftalmología, cirugía general, otorrinolaringología, ortopedia). En dicha estrategia, se indicó que, usando tiempo extraordinario, podrían desvincular más de mil citas, reduciendo plazos de hasta 1,043 días a 422 días en ciertos casos.
Sin embargo, este tipo de iniciativas enfrenta el desafío de escala: la demanda acumulada en muchas especialidades es tan alta que dichas jornadas apenas arañan la superficie del problema.
Para entender el contexto más amplio:
- En 2024, la lista de espera de procedimientos ambulatorios llegó a 686.000 personas, cuando antes de 2022 no superaba los 439.000.
- La lista quirúrgica también alcanzó niveles récord durante la administración Chaves, con un aumento de al menos 14.000 usuarios.
- Según los datos oficiales del informe «Avance de listas de espera», en 2024 había 187.439 personas en espera para consultas externas especializadas, con tiempos promedio de espera de hasta 427 días (más de un año).
- En cuanto a las cirugías, los plazos promedio nacionales subieron de 411 días a 424 días al cierre de 2024.
- Algunas especialidades son particularmente críticas: por ejemplo, neurocirugía en ciertos hospitales supera los 1.200 días de espera.
- La Contraloría General de la República ha advertido que los tiempos para consultas externas en hospitales nacionales han aumentado en unos 120 días entre 2019 y 2024.
- Además, la Contraloría halló inconsistencias en el reporte de listas de espera, incluyendo subregistros y duplicaciones, lo que pone en duda la precisión de algunas cifras oficiales.
Estos datos revelan que el fenómeno no es local ni temporal: es una disfunción estructural del sistema de salud pública.
Lo que dice el presidente Rodrigo Chaves
Cuando se le ha consultado sobre el crecimiento de las listas de espera, el presidente Rodrigo Chaves ha respondido con una apuesta por culpar factores externos e instancias institucionales. Por ejemplo:
- Atribuye parte del problema al estancamiento administrativo generado por el caso «Barrenador», que desestabilizó la Junta Directiva de la CCSS, impidiendo decisiones operativas (por ejemplo, contratación, criterios quirúrgicos, asignación de recursos).
- Al ser cuestionado por el aumento, Chaves cuestionó al Poder Judicial, la Contraloría y los mandos medios de la CCSS, sugiriendo que hay actores que obstaculizan la gestión.
- En campaña, prometió “disminuir las listas de espera utilizando los activos, los hospitales más intensivamente y preparando más especialistas”, ante un déficit de personal.
- Sin embargo, críticos y opositores han señalado que esas promesas han quedado en retórica. La diputada Paulina Ramírez acusó al Gobierno de no cumplir con la meta de reducir las listas.
- Además, la CGR y medios independientes han cuestionado la veracidad de las reducciones anunciadas, citando inconsistencias en los datos oficiales.
En suma, el discurso presidencial busca transferir responsabilidad al funcionamiento institucional y a obstáculos externos, más que asumir una falla de diseño o gestión central.
La posición de la CCSS y sus contradicciones internas
Por su parte, la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) ha articulado esfuerzos públicos, pero enfrenta críticas por falta de transparencia y eficacia:
- En 2025 aprobaron un plan operativo para reducir listas de espera: se espera atender más de 730.000 casos, distribuidos entre consultas externas, procedimientos y cirugías.
- La presidenta ejecutiva de la CCSS, Mónica Taylor, ha reconocido públicamente que no sabe cuántas personas exactamente hay en listas de espera.
- Adicionalmente, la Contraloría advierte que el plan para listas de espera presenta falencias de diseño e implementación, y que los tiempos de espera para cirugías están lejos de disminuir de forma sostenida.
- En defensa institucional, la CCSS afirma que los tiempos de espera promedio han bajado (por ejemplo, de 540 a 353 días según ciertos cortes) y que se aplican criterios de prioridad médica, lo que puede sesgar el promedio final.
- Sin embargo, esa mejora se ve con escepticismo, pues muchas personas siguen esperando años para ser atendidas, y otros fallecen antes de ser incluidos o atendidos.
Riesgos humanos: morir antes de la cita
Aunque no hay estadísticas oficiales que midan cuántas personas mueren mientras esperan una cita especializada en San Carlos, diversos actores advierten que el riesgo es real:
- Sindicatos como Undeca han llevado el tema de las listas de espera ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), denunciando violaciones al derecho a la salud.
- La diputada Ramírez ha afirmado que “está muriendo gente” por la incapacidad de atender las listas de espera.
- En estudios académicos se ha señalado que los tiempos prolongados para diagnósticos y tratamientos pueden producir deterioro irreparable, complicaciones mayores e incluso muertes evitables si la atención tardía impide actuar a tiempo.
Aunque difícil de cuantificar, la narrativa de “esperar es morir” forma parte del discurso social cuando no se tiene acceso al sector privado.
El caso del ciudadano que fue citado para urología dentro de cinco años —y los testimonios similares que circulan en San Carlos— no es un hecho aislado: se inserta en un sistema nacional enfermo de demoras estructurales. Las cifras oficiales revelan que los tiempos de espera han escalado durante la actual administración, pese a los discursos presidenciales que apuntan a obstáculos institucionales más que a responsabilidad central.
Las promesas de jornadas especiales, planes operativos o más especialistas suenan bien en titulares, pero chocan con la realidad de un sistema saturado, con recursos limitados y con escasa capacidad para atender una demanda acumulada durante décadas. En última instancia, la pregunta que sobrevuela es: ¿cuántos ciudadanos más perderán su vida mientras esperan una cita?

