Juan Pablo II presentaba a Marcial Maciel como el apóstol de la juventud y fundador de los Legionarios de Cristo, cuando el Vaticano era consciente desde 1943 que Maciel se drogaba, robaba y abusaba sexualmente de menores, incluidos algunos de los hijos que tuvo con dos mujeres, detalla la Cadena Ser en un articulo.
Según el medio durante más de medio siglo, las autoridades dejaron pasar al que ahora consideran el mayor depredador de la iglesia. Así lo ha calificado al cardenal que ahora lo ha denunciado. Asegura que las denuncias crecerán, que la iglesia lleva 70 años encubriendo a pederastas como Maciel.
A mediados de los 50, la iglesia inició una investigación contra él pero acabó en nada por sus amistades en las altas esferas. Tampoco actuó en el 99 el papa Ratzinger a pesar de que la Inquisición documentó sus abusos.
En 2005, el papa Benedicto ordenó que Maciel se retirara, pero no fue sometido a ningún proceso porque tenía 60 años y la iglesia lo consideró demasiado mayor. Una semana antes de eso, celebró su cumpleaños con Juan Pablo II, quien siempre le defendió. Sí le desacreditó públicamente el papa Francisco. “Era una persona muy enferma. Además de todos los abusos creo que también había dos o tres mujeres de por medio e hijos con ellas. Sé que había ahí y mucha plata (dinero)”, apuntó el pontífice. Unas declaraciones que realizó hace dos años y que resultaron vagas para las víctimas que siguen exigiendo justicia.
EL PAÍS publicó en 2006 que el fundador legionario había sido investigado entre octubre de 1956 y febrero de 1959 por encargo del cardenal Alfredo Ottaviani, entonces el gran inquisidor romano. Maciel había estudiado en la Universidad Pontificia de Comillas, entonces con sede en Cantabria, de donde fue expulsado con alguno de sus compañeros sin que los jesuitas tomasen medidas adicionales.
La inspección del Vaticano la supervisó el claretiano vasco y futuro cardenal Arcadio Larraona. Durante ese tiempo, Maciel fue suspendido como superior general, y expulsado de Roma. Larraona envió a sus inspectores al seminario de Ontaneda, entre otros centros. No resolvió nada y Maciel volvió a las andadas, con más poder. Tampoco actuó en 1999 Ratzinger, pese a las evidencias depositadas sobre su mesa de presidente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el Santo Oficio de la Inquisición del pasado.