Raúl Montejo, profesional de salud de Miami, Estados Unidos escribe un conmovedor relato sobre el dolor y miedos d e los pacientes contagiados con coronavirus, desde la trincheras de un centro médico. (https://www.facebook.com/raul.montejo.9) . Este es relato ha sido compartido más de 200 mil veces en facebook.
«Vas a tener fiebre. Mucha fiebre. La fiebre mas alta que te haya dado en tu vida. No se va a parecer a las calenturas del catarro anual que nos da a todos.
Vas a respirar cortico, como si te hubiesen puesto una tira de esparadrapo en la nariz y despues le hubiesen hecho un huequito con un alfiler.
Vas a tratar de llenar los pulmones. Vas a inhalar fuerte pero vas a sentir que todavia te falta el aire. Y eso te va a asustar.
Vas a toser mucho. Tanto, que te vas a cansar hasta casi desmayarte. Vas a sentir como si hubieses corrido 10 kilometros. Y eso va a ser cada segundo que estes aqui.
Cada vez que tosas, te va a doler el pecho, los brazos, los ojos, la espalda, los dedos de las manos, los pies.
Vas a tratar de coger aire por el huequito en el esparadrapo que ya te conte, y no vas a poder. Vas a respirar cada vez mas rapido, y eso te va a llenar las venas de esa mierda que se llama dioxido de carbono, que es algo que te puede matar.
Entonces, te voy a poner un pitico en la nariz para darte el oxigeno que tus pulmones no pueden fabricar. Ese pitico te va a pelar la entrada de los dos huequitos por donde respiras, y eso te va a doler aun mas.
Y si no puedes superarlo, va a venir un doctor y va a ponerte par de tubos de media pulgada garganta abajo, hasta pasar los bronquios y llegar a los pulmones. Eso se llama respirador artificial o ventilador. Es molesto, y encima, no puedes hablar o comer.
Vas a estar solo en una habitacion cerrada. No podras tener a alguien ahi, porque lo vas a enfermar de la misma maldicion que te esta matando a ti.
Te vas a sentir tan mal, tan solo, que te va a dar ansiedad, y vas a sentir miedo de morir. Te vas a deprimir. Eso va a empeorar tus sintomas, tu tos, tu falta de aire.
Me vas a llamar a mi y a mis companeros mil veces en la noche o en el dia.
No vas a pensar que cada vez que entremos ahi, nos toma 15 o veinte minutos prepararnos.
Es lavarte las manos, no como te las lavas en tu casa, sino como se las lava una enfermera o un enfermero.
Es ponerte guantes, una bata, una mascara, una cubierta para cada zapato, una cubierta para el pelo, una maquina de aire en la cintura, una escafandra que la debe haber disenado el mismo hijo de puta que disena los gaveteros que venden en Ikea.
Tampoco sabes que cada enfermera o enfermero que responde a tu llamado, que te baja la fiebre, te quita el dolor, te busca una manta, te acomoda la cabeza o te da una ducha, mientras se viste, tiene muy claro que tiene que hacerlo rápido para ti. Pero tiene que hacerlo bien porque si se equivoca, se contamina. Y si se contamina, se lo va a pasar a otros, dentro y fuera del hospital. Y como tu, tiene miedo de enfermarse, de enfermar a sus hijos, a su familia, a sus colegas y a sus amigos.
Las enfermeras que veo cada dia aqui, tienen hijos, tienen padres, abuelos, esposos, novios, novias. Gente a la que aman y que los ama. Son leonas en esta guerra. Las miro y pienso “esta mujer es el hombre que yo quiero ser”.
No sabes que tu estas alla adentro pensando que vas a morir, que estas muy jodido, y ellas estan afuera mirando como respirabas ayer y comparandolo con tu respiracion de hoy. Y comparan tus nueve fiebres de ayer con las cinco que has tenido hoy y dicen “esta mejorando”.
No vas a imaginar que cuando salen de tu habitacion son otros veinte minutos quitandose todo, desinfectando las maquinas y la escafandra, lavandose las manos como se las lava una enfermera o un enfermero.
No vas a pensar que respirar dentro de esa mascara y esa escafandra por mucho tiempo, es agotador, da dolor de cabeza. Que las correas son apretadas, dejan marcas y te hacen heridas.
Que terminas tu jornada con los labios fritos.
No vas a pensar que las ganas de cuidarte bien, los deseos de devolverte a los tuyos para que la vida continue, para que abrazes a tu hija y beses a tus nietos, van a ser mas grandes que el miedo que sentimos.
No vas a pensar que esto nos ha jodido a todos, los enfermos y los sanos.
Que mi cara y la de mis colegas van a ser un ripio cuando terminemos el turno.
Que cuidarte bien es un riesgo grande, y es agotador.
Que llegas a tu casa y desde el dormitorio gritas “salgan de la cocina, que voy para alla”. Tu familia se esconde, y tu sales, coges tu comida y te vuelves a encerrar gritando “Ya pueden salir”.
No sabes que me da miedo que alguien a quien quiero se enferme.
Que me da miedo enfermarme.
No vas a pensar en nada de eso cuando estés aquí.
Pero tranquilo, que nosotros tampoco».