Aproximadamente 318 personas por años se quitan la vida en Costa Rica.
En los últimos meses se han reportado algunos casos de suicidio de jóvenes en la Zona Norte, una realidad que no escapa al resto del país, donde los más afectados son personas adolescentes y personas en edad productiva.
El agravamiento de la situación económica por la pandemia, problemas familiares, carencia de empleo y la no existencia de proyectos de vida podrían estar ligados algunos casos de suicidio que se han concretado en algunas comunidades de la Zona Norte, en los últimos meses.
Bien sabido es que pandemia ha dejado a sin empleo a decenas de personas que vivian del turismo en la zona y que ahora que ahora no tienen donde acudir para suplir necesidades.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud, el suicidio es la segunda causa de muerte de personas entre los 15 y 29 años. La cifra la superan, únicamente, los accidentes de tránsito.
Costa Rica no es ajena a esta realidad. Los picos más altos de intentos suicidas se encuentran en la población de edades entre 15 y 19 años.
La tasa de suicidios del país pasó de 25.5 por cada 100 mil habitantes en el 2017 a 37.9 en el 2018.
Los sentimientos de autodestrucción o suicidio en el país han venido en aumento en los últimos años, sobre todo en adolescentes, un problema de salud pública que causa profundo dolor a familiares y allegados de la víctima ya que duran mucho tiempo recuperarse del dolor por la pérdida de un ser querido.
La tasa de suicidios del país pasó de 25.5 por cada 100 mil personas en el 2017 a 37.9 en el 2018, señaló Oscar Valverde Cerros, Presidente de Colegio de Psicólogos de Costa Rica, en un panel realizado el año pasado denominado: “Suicidios en Costa Rica: estadísticas, prevención y educación”, impartido en Colegio de Periodista de Costa Rica.
Según Valverde los datos del Ministerio de Salud indican que son las mujeres las que más intentan suicidarse 1157 del año 2014 al 2018 contra 741 hombres en ese mismo periódico.
Cabe destacar que son los hombres en su mayoría, los que al final logran consumar con mayor frecuencia el suicidio, por aspecto relacionado con la masculinidad y la forma como ha sido criado el varón.
Según datos del Ministerio de Salud dados a conocer por Valverde, en el año 2014, un total de 284 personas se quitaron la vida en el país, en el 2015 fueron 315 y en 2016 se llegó 339.
Según el especialista el suicidio es multicausal, puede darse por crisis financiera, presión social, problemas psicológicos, mitos, desórdenes mentales, dolor emocional y enfermedades crónicas, entre otros.
De acuerdo con el especialista entre 10 y 15 personas, amigos o familiares de la persona suicidada pueden resultan afectados por la muerte de este y ellos también podrían despertar ideas suicidas, de ahí, la importancia del abordaje profesional de las individuos que están alrededor de la familia de la víctima.
Entre las acciones más importantes a realizar para prevenir el suicidio están: fortalecer relaciones personales armoniosas y seguras, fomentar el deporte y la recreación, erradicar la exclusión y violencia, desmitificar la salud mental y su tratamiento como algo normal en el ser humano, así como aumentar la procesos de información y diálogo.
Se debe dialogar sobre suicidio y no ocultarlo
Enrique Pérez Flores, funcionario de la Organización Mundial de la Salud en el país asegura se debe dialogar sobre el tema del suicidio y no ocultarlo, a la vez, estar alerta por posibles signos de suicidio.
Por otra parte, aumentar los servicios de salud mental en los centros de salud, con profesionales que puedan abordar de forma integral a las personas, sobre todo en estos momentos de pandemia y crisis económica.
En este abordaje del suicidio la prensa también cumple un factor muy importante a la hora de tratar los temas relacionados con las autoeliminaciones.
No se debe dar nombres de personas suicidadas, tampoco presentar fotos o imágenes, hacer trasmisiones en vivo, ni contar historias sobre la forma que ocurrió el suicidio o métodos para lograr este fin y no usar lenguaje sensacionalista en las informaciones.
Cabe destacar que este tratamiento sensacionalista de la información puede llevar a otras personas a desarrollar sentimiento suicidas.
El tratamiento de temas de suicidio debe ser con fines educativos y preventivos. Hablar del tema y buscar soluciones, detalló Pérez Flores.
Alerta por pensamientos suicidas
- Sentirse atrapado o desesperado, como que necesita un escape
- Sentir que es demasiado doloroso, agobiante o triste seguir viviendo
- Concentrarse en la muerte, en morir o en la violencia
- Sentir que los amigos y la familia estarían mejor sin usted
De acuerdo con el doctor Marco Díaz, coordinador del Programa de Atención de Adolescentes de la CCSS, el tema del suicidio constituye una problemática de salud pública que ha sido siempre una prioridad para la institución y debe contemplar un abordaje multisectorial que permita una mayor captación y atención oportuna de los casos, principalmente en los adolescentes.
Aseguró que en nuestro país, en promedio, se consuman unos 318 casos de suicidio por año y cada vez son más frecuentes los casos de intento suicida, predominantemente en mujeres. Aunado a lo anterior, se evidencia un aumento de estudiantes que muestran lesiones autoinflingidas en diversas partes de su cuerpo.
Por otra parte, durante el primer semestre del año pasado, el servicio de Emergencias del Hospital Nacional Psiquiátrico atendió un total de 161 menores de edad con diagnóstico de intento suicida: 125 mujeres y 36 hombres, con edades comprendidas entre los 10 y los 16 años.
Durante ese mismo periodo, 27 menores fueron atendidos por la misma causa en el servicio de Consulta Externa de ese hospital. De ellos, 24 son mujeres y tres hombres.
La mayoría de las consultas por esta razón en este establecimiento de salud, la constituyen mujeres, a partir de los 13 años de edad.
Es necesario identifiquen las señales de alerta y los factores protectores que contribuyan a la prevención de conductas de riesgo suicida. La campaña estará al aire todo el mes de noviembre en televisón, radio, cines y redes sociales.
Se debe motivar a jóvenes en riesgo, entre los 13 y los 18 años de edad, para que se acerquen a un adulto de confianza y comuniquen sus sentimientos e inquietudes, así como promocionar prácticas saludables de salud mental en este sector de la población.
De la misma manera, estos esfuerzos en comunicación buscan motivar el desarrollo de estrategias preventivas y factores de protección para la detección temprana de este riesgo y así contribuir de manera oportuna en un cambio de decisión.
Según el doctor Díaz, la responsabilidad de aumentar la capacidad de control del suicidio como un fenómeno social, mantiene a la institución en el desarrollo de múltiples acciones preventivas y de tratamiento, a través de sus políticas institucionales de Salud Mental y de Adolescentes, las cuales, priorizan en estas poblaciones la contención del desarrollo emocional, salud física, educación, sensibilización, estilos de vida saludable, entre otros, que buscan una mayor conciencia sobre este fenómeno, la necesidad de un abordaje oportuno, pero ante todo, una disminución en la incidencia de casos.
De la misma manera, explicó, estos esfuerzos institucionales se concentran, actualmente, en la actualización de un protocolo para la atención y el seguimiento de menores de edad con riesgo de suicidio y así, ajustar los nuevos conocimientos a las necesidades que se presenten de una forma más apropiada.
Adicionalmente, la institución ha procurado ir extendiendo de forma paulatina el fortalecimiento de la salud mental en el primer nivel de atención, a través de los Equipos Interdisciplinarios en Salud Mental (Eisam)
Para el doctor Díaz, el fenómeno del suicidio en la juventud puede prevenirse desarrollando una comunicación afectiva tanto en la familia como con las amistades y en los centros educativos.
Especificó que cuando el caso lo demande, la familia debe buscar ayuda profesional, en virtud de que el suicidio constituye un fenómeno macrosocial que abarca problemas económicos, sociales y políticos, los cuales hacen que el adolescente desarrolle una desesperanza en relación con la vida.