Por Henry Esquivel Monge, escritor sancarleño
Eran tiempos muy difíciles, la carretera no existía y el único medio de transporte era por el rio San Carlos o por avioneta.
En ese tiempo existía en Boca San Carlos una colonia penal, era una sucursal de San Lucas, donde traían a los presos de mejor conducta y que les faltaba poco para salir libres o bien a quien lograba encontrar un amor y casarse ahí dentro.
Al norte tenían el rio San Juan y al sur una gran montaña de más de cien kilómetros de distancia para poder llegar a pital.
Al otro lado del río había un pequeño pueblo llamado Boca San Carlos, era un pueblo pequeño que se conformaba de unas cuantas familias.
También había una placa de los caídos en la batalla de 1856 contra lis filibusteros.
Los presos después de estar en una prisión como a islas San Lucas, bien conocida por ser déspota y sanguinaria, llegar a un pueblo a colonizar era un paraíso eran libres.
Poco a poco y a hacha y machete sembraron los claros que le ganaban a la montaña y con eso sobrevivían,.
Con el tiempo San Lucas fue cerrada y también la colonia de la frontera, pero se les permitió vivir libres y en paz .
Hoy es una historia que no se cuenta mucho, no porque les de pena, si no porque, las personas olvidaron su origen y los del pueblo los acogieron como otro colono no más y prefirieron todos olvidar esa historia de dolor.