Conozca los 150 árboles que escondieron una insigna nazi gigante durante medio siglo

Por Infobae

La descubrió un estudiante de paisajismo mientras buscaba líneas de riego en un bosque ubicado en la vieja Alemania del Este, a cien kilómetros de Berlín. Era mayo de 1992 y la esvástica se dibujaba en las copas amarillas de decenas de alerces. El presunto regalo a Hitler que fue talado, recién, ocho años después

Estaba camuflada en el bosque. Desde tierra era imposible distinguirla. Desde el aire, sus líneas solo se divisaban a determinada altura. Era un homenaje osado y oculto que solo puede observarse dos veces al año. El autor de la obra no esperaba que alguien la reconociera y la denunciara. El descubrir del tributo tampoco esperaba hallar un símbolo prohibido mientras analizaba fotos áreas de los bosques de Brandeburgo. Ökoland Dederow, pasante en la empresa Reschke y estudiante de o, hacía las labores que nadie quería: su trabajo era encontrar líneas de riego.

Después de horas de examinar paisajes monocordes y antes de que el cansancio lo dominara, vio algo que lo despertó. Se frotó los ojos, lo vio de más cerca. Era lo que imaginaba: los árboles diseñaban una figura elocuente. Erala toma aérea 106/88 de Kutzerower Heath, en Zernikow, Estado de Brandeburgo, en la vieja Alemania del Este, a unos cien kilómetros de Berlín.

“¡Vení, Günter, mirá!”, le dijo a su jefe. Günter era Günter Reschke, dueño de la empresa contratada por el flamante gobierno de la Alemania reunificada para el relevamiento de los terrenos del Estado. “¡Mierda, es una esvástica!”, susurró, como con miedo a decirlo en voz alta. O quizás gritarlo.

En mayo de 1992, habían descubierto la insignia del nazismo, prohibida desde la posguerra. Estaba dibujada en un pequeño grupo de 140 alerces plantados en medio de un bosque de pinos. Los alerces, a diferencia de los pinos, cambian de color en otoño y en primavera, primero a amarillo y después a marrón. Se podría caminar mil veces por el bosque sin descubrir el diseño que ocultaba. Solamente durante esas dos estaciones y desde el aire se podía ver la inmensa esvástica de alerces, de 60 por 60 metros sobre el fondo verde del pinar.

La edad de los árboles

Reschke se propuso investigar antes de dar aviso a las autoridades. Contactó al silvicultor Klaus Göricke, especialista en formación y cultivo de los bosques de la región, para determinar de cuándo databa esa esvástica.

Mediante la medición de los árboles, Göricke llegó a la conclusión que habían sido plantados en la década de 1930, en los años del ascenso de Adolf Hitler al poder. Sin duda la imagen se trataba de un homenaje al Führer que, por sus características, había permanecido intacta después de la derrota alemana, durante la ocupación soviética, toda la existencia de la República Democrática Alemana y tras la caída del Muro de Berlín.

Nadie la había visto en más de sesenta años. Era curioso, pero no extraño si se tiene en cuenta una serie de factores que, unidos, la mantuvieron oculta. Invisible desde tierra y solo visible desde el aire durante dos cortos períodos en el año, la esvástica tomaba forma para los ojos desde determinada altura, ni muy alta ni muy baja. Era imposible verla desde los aviones de línea, que volaban demasiado alto, y el uso de avionetas y aviones privados estuvo prohibido durante toda la existencia de Alemania Oriental.