María Reiche nació en Dresden, Alemania, el 15 de mayo de 1903. Estudió matemáticas, física y geografía en la Universidad Técnica de Dresde y Hamburgo, de donde se graduó en 1928. Cuatro años después de culminar sus estudios, se le presentó la oportunidad de cumplir su ilusión de salir de su país, y aceptó la oferta de trabajar como tutora privada de los hijos del cónsul de Alemania en Cuzco.
Fue así como llegó al Perú, casi por casualidad. Sin imaginar que sería en este país donde encontraría esa pasión que cambió su vida. De Cusco, pasó a instalarse en Lima. En la capital trabajó restaurando textiles precolombinos en el Museo Nacional de Perú y traduciendo textos para intelectuales de la época; entre ellos, dos grandes investigadores: Julio C. Tello y Paul Kosok. Trabajar con ellos motivó su interés por la arqueología peruana.
En uno de los artículos que tradujo al arqueólogo Kosok conoció la existencia de gigantescas líneas y figuras en Nasca y Palpa. Viajó por primera vez a este lugar en 1941, invitada como asistente de trabajo por el mismo arqueólogo.
Durante años Paul Kosok y María Reiche estudiaron extensamente el suelo de la pampa de Nasca. Cuando en 1949 Kosok abandonó Perú, Reiche continuó trabajando en el que se había convertido el propósito de su vida. La búsqueda infatigable por descubrir los secretos de este enigmático lugar que se había vuelto su hogar.
María Reiche plasmó su ardua investigación del día a día en la publicación «Misterio en el desierto. Un estudio de las figuras antiguas y la extraña superficie delineada», en 1968. Esta obra significó poner las Líneas de Nasca en los ojos del mundo, y desde ahí no han dejado de llegar visitantes para conocer o estudiar este árido terreno.
Las líneas y figuras que llenan la llanura peruana datan de la época que va desde el año 200 a. C. hasta el 700 d. C., periodo en el que existió la cultura Nasca. Según la teoría de María Reiche, los habitantes de Nasca utilizaron esas figuras como sistema astronómico, calendario de lluvias y planificación de cosechas.
Desde el inicio de sus estudios, Kosok y Reiche observaron que algunas líneas convergían hacia la salida del sol en el solsticio de invierno del hemisferio sur. Posteriormente, Reiche encontró también una alineación con el solsticio de verano y propuso que algunas figuras se correspondían con formas de constelaciones; por ejemplo, vio similitud entre el dibujo del mono y la Osa Mayor.
Las Líneas de Nasca hoy son Patrimonio Cultural de la Humanidad y eso es gracias a la labor de conservación que Reiche realizó en este místico lugar. Más que trabajo, para la alemana esto se volvió parte de su vida. Fue tanto así que se dedicó a barrer metro a metro los geoglifos que ocupan una extensión de 50 kilómetros.
Algo que fue visto con extrañeza por los lugareños. Cómo anécdota, ella misma contó que circulaban rumores de que era una bruja.
Sabedora del enorme valor de sus hallazgos, Reiche se fue a vivir a El Ingenio (cerca de las líneas) y comenzó a luchar para conservarlas. «La prensa escrita de la época da detalles de esa lucha, como cuando Maria hace campaña en contra de un proyecto del Ministerio de Agricultura para irrigar la zona donde se encuentran las líneas. Llegó hasta el Parlamento, donde mostró a los diputados sus investigaciones, planos geográficos y fotos de las figuras. Así logró, después de muchos debates, el apoyo de los diputados».
La matemática pasó sus últimos años viviendo en una habitación de hotel cercano a las líneas. Falleció a los 95 años en Lima. Su funeral fue el 10 de junio de 1998 en el Museo Nacional de Lima y fue enterrada en Nasca. Hasta la actualidad es querida y conocida en Perú como la «Dama de Nasca» o también la «Dama de la escoba».
© Vía: Radio Nacional.