Por El Norte Hoy
La sangre de inocentes corre por nuestros pueblos y calles cada día. La violencia se ha convertido en una pesadilla cotidiana para los costarricenses, mientras los políticos, el gobierno y el sistema judicial callan y, con su inacción, se vuelven cómplices de esta masacre silenciosa.
Ayer murió otro inocente más: el oficial Mainor Martínez Molina, un policía de la Zona Norte que entregó su vida en cumplimiento de su deber. Su muerte deja una esposa y una niña de apenas seis años sin un padre, un hogar roto por la violencia que el Estado no ha podido –o no ha querido– frenar.
Este nuevo crimen no es un hecho aislado. Desde hace tiempo, la delincuencia nos ganó la partida, y la respuesta de las autoridades ha sido tibia, insuficiente e incluso negligente. Cada día, la impunidad se consolida y la ciudadanía se sume en el miedo, viendo cómo las calles se transforman en territorio de bandas criminales, sicarios y narcotraficantes.
El gobierno y las instituciones deben dejar de lado la retórica vacía y el eterno juego de culpas entre poderes. El tiempo de las excusas se acabó. No podemos seguir escuchando a funcionarios diciendo que tienen “las manos amarradas”, mientras a nuestro alrededor la gente muere a manos del crimen organizado. No se puede seguir culpando únicamente a la Asamblea Legislativa o al Poder Judicial cuando la seguridad es una responsabilidad de todos los sectores del Estado.
El llamado al gobierno es claro: tomar medidas enérgicas de inmediato. Se debe barajar la posibilidad de declarar emergencia nacional por criminalidad y, si la situación lo amerita, evaluar toques de queda en las zonas más golpeadas por la violencia.
Si las instituciones no logran ponerse de acuerdo con el Ejecutivo, el presidente debe actuar con firmeza para salvaguardar la vida de los ciudadanos y abandonar la vieja costumbre de echar la culpa a otros para justificar la falta de acciones concretas.
Los costarricenses no podemos seguir permitiendo esta realidad. Debemos exigir respuestas, justicia y un freno a esta masacre. No podemos quedarnos de brazos cruzados mientras policías como Mainor Martínez Molina mueren cumpliendo su deber.
¡Basta ya! ¡Es hora de actuar antes de que Costa Rica se desangre por completo!