La vez que el ex presidente Arias invitó a Casa Presidencial a “Maripepa”

Escándalos de faldas en la política costarricense: una historia repetida

Los escándalos de índole sexual y las controversias relacionadas con figuras políticas y el poder no son novedad en la historia de Costa Rica.

A lo largo de los años, diversos mandatarios y altos funcionarios han sido protagonistas de episodios que han generado morbo, indignación y debate en la opinión pública.

Uno de los casos más recordados ocurrió el 19 de septiembre de 1986, cuando el entonces presidente Óscar Arias Sánchez recibió en Casa Presidencial a la vedette española María José Nieto, conocida como “Maripepa”.

La llegada de la artista no pasó desapercibida, pues fue escoltada con sirenas por la policía de tránsito, un recibimiento que generó gran revuelo mediático y críticas en diversos sectores. Aunque tanto Arias como Maripepa negaron cualquier implicación romántica y aseguraron que incluso la esposa del mandatario estuvo presente en el encuentro, el episodio quedó registrado en la historia como un símbolo de las extravagancias políticas de la época.

En esa ocasión la vedette fue recibida como un jefe de Estado y escoltada hasta por Ministro de Seguridad de ese entonces Hernán Garrón Salazar que también la admiraba

Maripepa escoltada por la policía

El escándalo de Maripepa fue solo uno de los tantos episodios que han vinculado a políticos costarricenses con controversias de faldas. En tiempos recientes, el actual presidente Rodrigo Chaves y su exministro Mauricio Batalla han sido señalados en casos de presunto acoso sexual. Estos incidentes han reavivado el debate sobre el abuso de poder y la cultura de impunidad que ha caracterizado a ciertos sectores políticos.

Si bien la sociedad ha cambiado y hoy se exige mayor transparencia y responsabilidad en la vida pública, los escándalos de índole sexual siguen siendo una constante en la política costarricense. Algunos los ven como simples deslices personales; otros, como síntomas de un problema más profundo, donde el poder se utiliza como vehículo para transgredir límites éticos y legales.

En cualquier caso, la historia demuestra que estos episodios no son nuevos ni exclusivos de una administración en particular. Más bien, parecen ser parte de una larga tradición de controversias que, lejos de desaparecer, se reciclan con nuevos protagonistas y matices, pero con el mismo trasfondo de siempre: el uso del poder como herramienta para el placer, el abuso o la impunidad.

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