Una investigación hecha por Rafael Lajmanovich, científico argentino, reveló que la mezcla del herbicida glifosato con el arsénico presente en el agua genera severas mutaciones en el ADN de los anfibios, en su metabolismo y en el sistema hormonal. Asimismo alertó sobre riesgos ecotoxicológicos para las poblaciones silvestres y humanas, señala un articulo del medio Bio Diversidadla
Rafael Lajmanovich es Doctor en Ciencias Naturales e investigador independiente y se dedica a estudiar, desde hace 22 años, el impacto de los herbicidas de uso agroindustrial en la biología de especies anfibias, tales como las ranas y renacuajos autóctonos.
En el transcurso de su carrera, Lajmanovich se dedicó a comprobar lo que los pueblos rurales y de regiones periurbanas denunciaban desde que la soja genéticamente modificada ingresó a los campos argentinos: que los agroquímicos –con el glifosato a la cabeza- generan daños a corto y mediano plazo en la salud del pueblo y del medio ambiente.
El tema es que este agroquímico no actúa en soledad y hay elementos naturales, como el arsénico, que potencian su peligrosidad en zonas donde ambas sustancias prevalecen en el agua, en grandes concentraciones. A esa conclusión llega el experto en su trabajo, recientemente publicado en la revista científica Heliyon.
Los efectos más contundentes fueron tres. Por un lado, el glifosato con arsénico es disruptor hormonal, es decir, que interfiere en la producción de las hormonas tiroides. Por otro lado, daña el ADN y, por último, se demostró que incrementa la proliferación celular en células sanguíneas. Todos estos son marcadores de lo que genéricamente se refieren a procesos tumorales. El arsénico es una sustancia estrechamente relacionada con la aparición de tumores, que, junto al glifosato, refuerza su potencial cancerígeno.
¿La exposición a estos tóxicos deja en los anfibios cambios a largo plazo?
Hablar de cambios evolutivos es aventurado, lo que sí podemos sostener, y se está afirmando en todo el planeta, es que los anfibios están cursando un fenómeno mundial de extinción, y si nos ponemos a revisar las causas, podemos encontrar que la agricultura es la actividad que más impacta sobre las poblaciones de anfibios, por la destrucción de los hábitats y por los plaguicidas. Los anfibios son los llamados “canarios de la mina”, o bioindicadores que de alguna manera están alertando sobre lo que puede estar pasando en las poblaciones humanas.
¿Se puede extrapolar estos resultados a los humanos?
Salvando muchísimas distancias, son evidencias fuertes de riesgo ecotoxicológico a las que, si yo fuera epidemiólogo, probablemente prestaría mucha atención, sobre todo, en áreas donde las poblaciones están expuestas a ambas sustancias, para detectar si no hay un incremento de las enfermedades asociadas. Desafortunadamente, eso está pasando y se conoce por información que están obteniendo los mismos pobladores en sus territorios, como ocurre en el municipio de Exaltación de la Cruz, en la provincia de Buenos Aires.
Estos territorios son denominados como “zonas de sacrificio ambiental”: áreas periféricas de las grandes ciudades que, en general, están expuestas a contaminación de la industria y el agro durante mucho tiempo y, como si no fuera lo suficientemente terrible, tienen en general una población de bajos recursos. Gran parte de la población rural tiene residuos de agroquímicos en sangre, y está expuesta a grandes dosis de estas sustancias. Los datos de gente que se va a hacer análisis de sangre por otros motivos y encuentran residuos de agroquímicos en su organismo son abrumadores.
?t this time I am gooing t? ddo my breakfast, once ?aving m? breakfast ?oming
?gain tto ?ead other news.