Por: Licdo. Frank Araya Gamboa
Psicólogo UCR
En la génesis humana ya está presente una necesidad de gobierno; como persona tengoque gobernar mis debilidades, mis fortalezas, mis inquietudes, mis emociones, mis pensamientos,
mis sentimientos en función de mi sobrevivencia y adaptación individual, pero también en favor
de la colectividad y la convivencia social. Como ente social, no puedo vivir egoísta, como un
parásito enquistado en el tejido social. Es más bien una relación de mutualidad, con vía doble,
donde le aporto a la sociedad y la sociedad me aporta. Si no se cumple esta condición de
reciprocidad (individuo-sociedad), surgen entonces disfuncionalidades alienantes que desembocan en manifestaciones como la anarquía, el caos, la violencia, la esclavitud, la manipulación, la explotación, el sectarismo, la discriminación, el fanatismo, la sociopatía, el narcisismo, el hedonismo para citar solo algunos estados deplorables de la condición humana individual o colectiva.
En la complejidad del ser humano, su estado mental, es un constante bullir de ideas,
sentimientos, emociones que se hacen presente en la vigilia, y aún en el sueño, nuestro cerebro es
un fluir en constante activación. De este proceso orgánico, biológico, psicológico y espiritual,
surgen las opiniones, las posiciones que conducen a las acciones. Es decir, en el maravilloso
mundo del acontecer sintiente y pensante surge la ineludible trama de lo político. El ser humano
no puede vivir solo, tiene necesidades, que solo pueden satisfacerse en la convivencia; es un ser
social, que busca realizarse como persona en el entramado comunitario. Para eso se ocupa un
andamiaje que sostenga lo colectivo, le de dirección, lo guie; es entonces cuando surge en la
misma vida un manantial político que anega todos los entramados de la colectividad.
Por tal, la frase muchas veces escuchada en muchas personas expresando aversión a la
política: “yo no me meto en política” o “la política a mí no me importa” es un negación y evasión
de mi ser más intrínseco como ser humano que vivo en sociedad. Claro, una cosa es lo político,
entendido como la inherente composición de mi ser social y otra la politiquería que se ejerce con
fines de dominación, manipulación y explotación desde lo ideológico, lo partidista y lo electoral;
esto debe ser repudiado, denunciado y proclamado como una desvirtualización de la esencia
misma de mi condición humana y valerme de mi atributo de ser inteligente, con voluntad, con
libertad y palabra para anunciar y defender el bien común.
En la condición gregaria, evolutiva e histórica, se instala una forma de organización de la
sociedad surgida de las necesidades estructurales y se gesta el gobierno con una asignación de
roles, funciones y tareas distribuidas para favorecer la funcionalidad social, cultural, política y
económica en un determinado espacio geográfico y poblacional. Es hasta el siglo XV y XVI con la
crisis del feudalismo que surge el estado, aprovechado por las monarquías para instalarse en el
poder. Y desde entonces ha evolucionado hasta lo que hoy conocemos como el estado moderno.
De igual forma han evolucionado diferentes propuestas o formas de gobernar o de estructura
política dando paso a los sistemas políticos y las ideologías con propuestas de cómo debe
funcionar una sociedad.
En el caso de nuestro país Costa Rica, parto de la premisa que todos y todas tenemos una
aproximación histórica de la evolución del Estado Costarricense, especialmente en la historia
gestada en los ya casi 200 años de vida independiente. Solo subrayo que somos el resultado de
una evolución histórica desde: lo político, lo cultural, lo social y lo económico y que lo que somos
hoy como país es el resultado de un proceso dinámico que nos determina, no somos el resultado
de generación espontánea; claro, si somos el resultado de ensayo y error con logros y fracasos. Eso
es el acontecer político, un aprendizaje en marcha en el “fortuito cambiar de los tiempos,” donde
se debe hacer gestión de riesgos, prever, analizar, planificar y evaluar las acciones y propuestas en todos los ámbitos con una metodología donde todos y todas participamos (lo queramos o no).
Es en este contexto donde me permito analizar la historia que hemos construido todos y
todas en los recientes meses. Para todos y todas está claro que Costa Rica venía presentando una
situación económica, social y política complicada con una herencia de varios años y de varios
gobiernos que no habían asumido una responsabilidad coherente con su mandato de buscar el
bien común.
La lista de consecuencias es diversa: déficit fiscal, gasto público y burocracia
exacerbados, niveles altos de desempleo y subempleo, aumento de la pobreza, evasión y elusión
fiscal, recaudación fiscal ineficiente, aumento en el costo de vida, falta de liderazgo político, falta
de propuestas y desarticulación de los partidos políticos, aumento de la delincuencia organizada,
descontento social y violencia en todas las formas. Son solo algunos de los aspectos de un estado
de cosas, donde se han buscado “soluciones” de emergencia y desesperadas para un paciente que
amenazaba con colapsar: paquete fiscal, reducción del gasto público, proyectos de ley, empréstitos internacionales para la construcción de obra pública entre otros.
Es en este, contextodonde el Estado Democrático Costarricense, con tablas de salvación y chaleco salvavidas, flota enel mar de la voraz economía mundial, chapucea para llegar a un asidero que le permita respirar.
Es en este caldo de cultivo donde se presenta el virus sars Cov 2 y el efecto de pandemia
mundial de la Covid 19; un evento límite, como otros que se han presentado en el devenir
histórico de la humanidad, que trastoca el orden mundial, donde Costa Rica no es la excepción. En
nuestro país a inicios de marzo, hace ya más de 7 meses. Con su consabida historia de medidas: el
confinamiento (eufemísticamente llamado cuarentena), el cierre de fronteras y de actividades
productivas, educativas y sociales, la información y desinformación.
Las estrategias de afrontamiento por parte del sistema de salud; que hasta el momento ha atendido la emergencia y no ha colapsado. Todo esto con el consecuente efecto psicosocial en la población con
manifestaciones que han ido desde el miedo y la sumisión hasta la frustración y desobediencia.
Por otro lado, el gobierno para “salvar” la ya maltrecha economía, recurre a medidas de
primeros auxilios: créditos con organismos internacionales, aprobación de leyes, aprobación del
presupuesto extraordinario, recorte de gastos. Hay que recordar que el Ejecutivo propuso a la
Asamblea Legislativa la aprobación de un crédito con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por
un monto de 508 millones de dólares, el cual fue aprobado el 28 de agosto del 2020 con 40 votos a
favor y 14 en contra. Este crédito es para el FMI la degustación ofrecida al Estado de Costa Rica
como entrada para un plato más fuerte como requisito para un empréstito de mayor cuantía; el
cual se propone después por un monto de 1750 millones de dólares.
Es importante aclarar que el FMI ha prestado a Costa Rica fondos en varias oportunidades,
sería interesante que el Estado nos mostraran el historial crediticio de Costa Rica con el FMI, saber
los créditos otorgados, en que época, en cual administración, para qué fueron solicitados, cómo se
pagaron, cuánto le debemos a la fecha, esto nos daría un referente de información al pueblo de
Costa Rica.
El FMI pone una serie de condiciones a los países solicitantes en términos de medidas
económicas para otorgar los empréstitos, las cuales el Estado se compromete a cumplir para
hacerse acreedor de los fondos solicitados. Es por eso que el Gobierno presidido por Don Carlos
Alvarado y su equipo económico propusieron un proyecto para ser analizado, discutido y
aprobado por la Asamblea Legislativa y así hacer efectivo el financiamiento solicitado al FMI; esta
vez ya no como una degustación, sino por un plato más suculento por el monto de 1750 millones
de dólares. Todo este preámbulo nos permite llegar al punto para poder inferir qué pasa en
nuestra Costa Rica democrática hoy.
La propuesta gubernamental planteaba entre otras cosas: una reducción aproximada del
gasto público del 20%, impuestos a los bienes inmuebles y a las transacciones financieras entre
otras medidas cargadas a diferentes sectores y generalizadas a la población en general. Con este
pliego se pretendía negociar con el FMI para demostrar los esfuerzos y “sacrificios” del pueblo de
Costas Rica para sanar la economía y las finanzas públicas. Este planteamiento fue elaborado por
un equipo allegado al Gobierno y con la venia del Presidente. La reacción es ya conocida por todos
y todas, los diferentes sectores de la sociedad, las organizaciones gremiales, los sectores
productivos y empresariales y un buen número de la sociedad en general, reaccionó en contra de
la propuesta. A esto se suma la oposición y crítica de la mayoría de legisladores y legisladoras, que
expresan no aprobar la propuesta en estas condiciones. Coincido con el criterio de uno de los
diputados, quien calificó al Gobierno como “torpe” al presentar esta iniciativa sin involucrar y
consultar a los diferentes sectores del sector económico, social y político. Esta “torpeza”
probablemente surgida ante la falta de una cultura política que ofrezca espacios de participación
de la sociedad civil en las propuestas gubernamentales, lo cual es esencial en un estado de
derecho democrático como Costa Rica.
Este accionar exacerbó los ya caldeados ánimos de un pueblo con una vulnerabilidad
emocional propensa a la violencia. Nace entonces un movimiento social autodenominado Rescate
Nacional, el cual inicia, el 30 de setiembre una protesta en todo el país convocando a la ciudadanía a manifestarse en contra del plan gubernamental para la aprobación del empréstito con el FMI, dicho movimiento inicia con el liderazgo del Señor José Miguel Corrales y el Señor Célimo Guido, ambos exdiputados. La principal estrategia promocionada es la de realizar bloqueos de vías e impedir el paso, violentando el derecho al libre tránsito.
Lo cual ha provocado como era de esperar el enfrentamiento de los órganos policiales y los y las protestantes. Una afectación a la ya
golpeada economía nacional con el cierre de vías que impidió las exportaciones, el tránsito de
personas y el flujo de productos, servicios del agro, la industria y el turismo. La mayoría de estos
sectores han expresado su descontento y desacuerdo con la propuesta de gobierno, pero rechazan
los bloqueos como una forma de protesta y legitiman la manifestación pacífica como una
herramienta de presión.
Veamos algunas particularidades, este “movimiento” surge con un nombre particular,
Rescate Nacional, ya esto no remite a una acción política salvífica y mesiánica, desconfiemos
siempre de los y las que se proponen como salvadores del pueblo, los redentores son peligrosos.
Ahora preguntémonos de que hay que rescatar a Costa Rica: ¿De una debacle económica con una
propuesta humanista o será más bien necesario un cambio de rumbo con una propuesta
estructural? ¿Hay que rescatar a Costa Rica de lideresas y líderes políticos oportunistas que
aprovechan la coyuntura con fines electorales para las próximas elecciones presidenciales o será
que hay que rescatar a Costa Rica de una falta de liderazgo político? ¿Hay que recatar a Costa Rica
de la influencia de la delincuencia organizada, o será que ya están insertos influenciando el
sistema político y los órganos de poder? ¿Hay que rescatar al movimiento sindical y algunos de sus
dirigentes desprestigiados, o será que se quieren “lavar la cara” con una oportunidad que los
posicione políticamente diferente? ¿Hay que rescatar al golpeado sector agropecuario, pero a
cuál, a pequeños y medianos productores o al sector agroexportador? ¿Hay que rescatar al sector
industrial, económico, al turismo, pero también a cuál? Además. ¿A quién se le ocurre proponer
un movimiento social que asume como caballo de batalla una acción ilegal e inconstitucional comolos bloqueos de vías?
Ante este clima de violencia e inestabilidad social, el Gobierno en la figura de su
Presidente anuncia el retiro de la propuesta con el FMI y abre una posibilidad de diálogo con los y
las manifestantes y los diferentes actores sociales. Hay que hacer notar que el movimiento
Rescate Nacional, pide como condición para levantar los bloqueos un documento escrito donde el
Gobierno manifieste que no negociará con el FMI ningún empréstito.
Era de esperar que en esta desarticulación y pluralidad social, de algunos y algunas con
buenas intenciones, se dieran los múltiples episodios de violencia, especialmente en el Caribe y en
la Zona Norte, una región ya proclive al uso de la fuerza como elemento de coacción política. Ante
esta realidad Don José Miguel Corrales declina del movimiento, pide perdón a la ciudadanía y a los
y las manifestantes parar los bloqueos. En política hay que tener mucho cuidado no solo de las
puertas que se cierran, sino también de las puertas que se abren a dimensiones desconocidas. No
obstante Don Célimo Guido convoca a conferencia de prensa y expresa que el movimiento Rescate
Nacional continua con sus protestas y bloqueos de vías y que el movimiento no tiene dueño
porque le pertenece al pueblo. A cuál pueblo, al pueblo no se le pueden hacer adjudicaciones ni
regalos en representación exclusiva de iniciativas políticas. Hay un amplio sector de la población
costarricense que se opone a la propuesta de Gobierno con el FMI, que no queremos nuevos
impuestos y cargas económicas a la población civil, pero que no estamos de acuerdo con los
bloqueos y el uso de la violencia como solución al conflicto, también somos pueblo y no
aceptamos que nos metan en el mismo canasto A este amplio sector poblacional no se le puede
regalar el movimiento Rescate Nacional y asumir que hay una aceptación tácita del mismo. La
política no funciona con supuestos y generalizaciones, la política es una realidad concreta, tangible que hay que saber leer y analizar.
No puedo omitir que en esos conatos de violencia como el del día lunes 12 de octubre
frente a casa presidencial, después de una manifestación pacífica, o los otros acontecidos en
Limón y la Zona Norte y otras localidades, ha habido excesos y afectación de civiles. Pero tampoco
se puede omitir y aceptar que una turba enardecida, ataque a los cuerpos policiales y deje 11
oficiales heridos. Es deplorable también al menos un caso reportado de uso de armas de fuego por
parte de los manifestantes. Como tampoco se puede ignorar el uso de bombas caseras y el
incendio de vehículos particulares y el ataque a las patrullas y equipo de los cuerpos policiales.
Quién explica esto, ya a 15 días de disturbios; aunque la mayoría de los bloqueos se han disipado y han respondido al llamado al diálogo, algunos aún se mantienen con acciones cada vez más
violentas.
El llamado a una mesa de diálogo que iniciará el sábado 17 de octubre próximo, cuenta
con el aporte del Equipo Del Estado de la Nación como facilitador de la metodología de
negociación, una entidad que cuenta con la experiencia en procesos de análisis y para la
resolución de conflictos, lo cual nos das confianza y esperanza. Aun así ya hemos visto algunas
reacciones de grupos, sectores y personas; algunos han declinado participar, otros han
demandado mayor representatividad, o han solicitado condiciones. En este sentido hay que tener
criterio de realidad; no será una tarea fácil. Los que no están dispuestos a participar van a seguir
con “la piedra en el zapato” y van a buscar formas de manifestarse. Los que piden mayor
representatividad que uno o dos personas, no entienden que una mesa de negociación no puede
ser extensamente amplia, ya que metodológicamente sería imposible tomar acuerdos. Los que
piden condiciones no pueden llegar con la idea de: “Aquí se hace yo que yo diga y cómo yo diga.”
Es entendible que la coyuntura actual requiere de acciones “urgentes,” esto no nos impide
pensar en un ideal democrático de toma de decisiones y propuestas de desarrollo para un
proyecto país. Las propuestas gubernamentales deben ser realizadas mediante procesos de
participación ciudadana con las comunidades, los sectores productivos, los sindicatos, las
cooperativas, los solidaristas, las iglesias, entre otros. Con un círculo metodológico de consulta,
análisis, planificación, que permita hacer las propuestas, ejecutar las acciones y establecer
procesos de evaluación en la marcha para hacer los ajustes y al final para redefinir el rumbo. Esto
si puede garantizar una representatividad para llegar a un órgano de negociación efectivo y
aceptado en un proceso de participación ciudadana. En nuestro país contamos con la
disponibilidad ciudadana, y con recurso humano altamente calificado para generar y animar un
modelo de esta índole
Hecho el recuento de lo acontecido, quiero afirmar que hay un inconsciente estado de
indiferencia de la población civil que ve por los medios televisivos el “espectáculo” de la violencia
como un elemento más de entretenimiento igual que se ven las telenovelas mexicanas. Un
sentimiento de “a mí no me toca” con una asombrosa y pasmosa indiferencia. Somos un
conglomerado social, los más, que estamos al margen, a la vera del camino viendo pasar los
acontecimientos en una lánguida y bucólica indiferencia en el letargo del laissez faire, laissez
passer. (dejar hacer, dejar pasar).
El octavo pecado capital es la indiferencia o el llamado pasotismo un término acuñado por
la sociedad moderna para indicar la actitud de no involucrarse, no asumir ninguna responsabilidad
y dejar que las cosas pasen sin ser protagonista de la propia historia. No asumir responsabilidad
histórica es ser cómplice de lo que otros y otras hagan, esta actitud pone al individuo en una
posición de sumisión, de manipulación y de explotación, donde no se asume como ser político
capaz de generar cambios en lo individual y lo colectivo. Es una renuncia a la condición humana, a la vida personal y comunitaria.
La pregunta es, si somos una amplia mayoría, qué nos pasa, porqué no actuamos, no nos
manifestamos, no asumimos protagonismo y responsabilidad histórica. ¿Quizás porque vivimos en
un inconsciente estado de indiferencia? Hay un tiempo para todo, dejemos de ser espectadores
del espectáculo sociopolítico que nos muestran los medios de comunicación y asumamos
protagonismo, usted y yo y el otro u otra somos multitud. Tenemos el poder de las masas y la
capacidad de movilización social para manifestarnos, para hacer escuchar nuestra voz, para
propiciar la escucha, para hacer nuestras propuestas con el estilo y sello tico. Somos una fuerza
política, una fuerza de cambio. Tenemos conciencia, voluntad, libertad, palabras y las vamos a
usar. Creemos en el diálogo, en la negociación en los acuerdos en favor de las mayorías.
Promovemos la paz y la justicia social. Somos la esencia de un país.
No pretendo marchas y multitudes en las calles, la pandemia de la Covid 19 no las permite
ahora, no sería prudente, pero si contamos con un recurso comunicacional enorme que nos ofrece
la tecnología: las redes sociales, las plataformas virtuales, los canales en línea y si se nos quieren
unir los medios de comunicación social bienvenidos sean. Podemos informarnos, comunicarnos,
exponer nuestras ideas, emociones, sentimientos, hacer nuestras propuestas y sugerencias. Nunca
en la vida hemos tenido tanta oportunidad de participación política como ahora. No
desaprovechemos la oportunidad de ser parte del proyecto país que queremos. Dejemos el
pasotismo, despertemos al estado consciente del compromiso histórico ya.