En las zonas boscosas y húmedas de países asiáticos como Japón y China, entre las miles de especies de seres arbóreos y vegetales, hay una que en especial nos recuerda lo efímero de la vida y que sin embargo, no deja de ser bella. Se trata de las flores que al suave toque de la lluvia se vuelven transparentes, conocidas comúnmente como flor esqueleto o flor de cristal, detalla el medio Ecoosfeta
Diphylleia Grayi es el nombre científico de la flor esqueleto, una especie exótica que adquiere su nombre gracias a que es capaz de alcanzar el espectro etéreo y quedar al desnudo como un esqueleto. Habita de manera silvestre en las zonas boscosas, húmedas y frías de China, Japón, así como también en las montañas Apalaches en el este de los Estados Unidos.
Es una pequeña flor perenne, es decir que reverdece todo el año sin importar las estaciones. De color blanquecino opaco con un centro de pistilos pequeños y amarillos que hacen contraste con su tallo verde. Crecen en ramilletes adheridos a las ramas de la planta que es herbácea y que tiene hojas brillantes y frondosas. Sus pétalos son de color blanco en forma de sombrillas coronadas que en conjunto forman la hermosa flor que apenas si alcanza los dos centímetros de diámetro.
Las flores son la más grande expresión de belleza del mundo vegetal. Con sus destellos de colores y sus formas que van desde lo simple hasta lo más intrincado, han conquistado el corazón de la humanidad desde tiempos antiguos. Es difícil dejar de admirar la autenticidad que cubre a cada una de ellas. Pero existe una que ha destacado entre los amantes de estos destellos de colores gracias a que posee una característica muy poco vista en otros especímenes vegetales y es que torna sus pétalos en transparentes.
En la temporada lluviosa se presenta el espectáculo visual. Con el suave toque de las gotas de lluvia, los pétalos de la flor esqueleto alcanzan una palidez etérea que casi los torna transparentes. Durante esta transformación, las venas de la flor quedan expuestas y las gotas de agua se adhieren a ella para generar una estructura celular más suelta. Gracias a este fenómeno se crea una retícula que da el aspecto de un esqueleto más que un espécimen de flor.
En cuanto la lluvia cesa y las flores se secan, el color blanquecino vuelve a ellas como si de magia se tratase. Hasta la fecha los expertos no saben si esta característica las provee de alguna ventaja evolutiva o cuál es la razón de este extraño comportamiento. Pero les ha valido el amor de aquellos amantes de las flores exóticas.
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