Cuando la sobreprotección alcanza niveles extremos, surge lo que se conoce como el síndrome de la mamá gallina. Este fenómeno se manifiesta cuando una madre asume el rol de incubar los huevos y, al nacer, mantener a sus crías bajo su ala, proporcionándoles cuidado y protección excesiva.
El síndrome de la mamá gallina se origina cuando las madres confunden sus propias necesidades con lo que creen que es mejor para sus hijos. Muchas veces, este comportamiento surge del miedo constante que sienten por el bienestar de sus hijos en un mundo lleno de peligros. Sin embargo, es importante reconocer la diferencia entre proteger y sobreproteger.
¿Cómo saber si estás experimentando el síndrome de la mamá gallina? Se reconoce a las mamás gallina por su tendencia a:
- Resolver los problemas de sus hijos antes de que estos ocurran.
- Impedir que sus hijos experimenten frustración.
- Intervenir en las relaciones de sus hijos para evitar que sufran.
- Seleccionar los amigos de sus hijos.
- Realizar tareas por sus hijos para asegurarse de que todo salga perfecto.
- Prohibir actividades que consideran no seguras para sus hijos.
- Sentir la necesidad de estar siempre presentes y no permitir que sus hijos se queden con amigos u otros padres.
- Infundir miedo hacia los demás y el mundo en general.
- Dictar cómo deben vivir sus vidas y evitar que cometan errores.
Además del síndrome de la mamá gallina, existen otros estilos parentales, como el de la mamá oso, quien está constantemente alerta ante cualquier amenaza y lista para defender a su cría en todo momento y ante cualquier situación.