Pese a la millonaria recompensa de ?250 millones ofrecida por las autoridades costarricenses, el paradero de uno de los criminales más buscados del país, conocido como “el Diablo”, sigue siendo un completo misterio. A casi dos años de fuga, ni los operativos del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) ni la jugosa oferta económica han logrado quebrar el muro de silencio que lo rodea.
El OIJ no se ha cansado de insistir: quien brinde información veraz y útil que permita capturar a alias “el Diablo”, puede hacerse acreedor de una de las recompensas más altas ofrecidas en la historia del país. Sin embargo, ni el miedo ni el dinero han sido suficientes para que sus cómplices rompan filas.
¿Fidelidad o miedo?
Expertos en criminología consultados por este medio consideran que hay dos posibles razones por las cuales el llamado a “echar al agua al Diablo” ha caído en oídos sordos:
- La lealtad extrema de sus colaboradores más cercanos, reforzada por lazos familiares o por años de participación en negocios ilícitos.
- El temor real a represalias violentas, en caso de ser identificados como delatores.
“El silencio de los allegados al Diablo no se compra ni con plata. Hay estructuras criminales donde hablar es igual a firmar una sentencia de muerte”, aseguró una fuente judicial bajo condición de anonimato.
Golpes a la red, pero no al líder
En las últimas semanas, el OIJ ha logrado capturar a varios de sus presuntos colaboradores y sicarios, en distintos operativos realizados en la zona norte, Puntarenas y el Caribe. A estos individuos se les relaciona con delitos de narcotráfico, homicidios por encargo y lavado de dinero.
A pesar de estas detenciones, el líder del grupo sigue prófugo, lo que ha aumentado la presión pública sobre las autoridades y ha generado especulaciones: ¿el Diablo aún se encuentra en Costa Rica, o logró escapar al extranjero?
¿Dónde está el Diablo?
Hasta ahora, las investigaciones han señalado múltiples zonas de posible resguardo, entre ellas zonas fronterizas con Nicaragua, la región sur del país, y hasta barrios urbanos en el Valle Central, donde podría esconderse con identidades falsas.
El Diablo, cuyo nombre real no ha sido oficialmente confirmado por el OIJ, ha sido vinculado con una organización dedicada al narcotráfico transnacional, con conexiones en Panamá, Colombia y México. Se le atribuyen múltiples homicidios y sería uno de los principales responsables del aumento de la violencia en varias regiones del país.
Recompensa sigue en pie
La recompensa de ?250 millones sigue vigente, y el OIJ ha habilitado canales seguros para recibir información anónima. Las autoridades han insistido en que protegerán la identidad de cualquier colaborador y reiteran que este dinero podría cambiarle la vida a quien se atreva a hablar.
Pero por ahora, el Diablo sigue libre. Y su silencio, custodiado por la fidelidad o el terror de sus secuaces, sigue costándole caro al país.