Sarapiquí, 20 de junio de 2025 — Una ausencia que duele, un silencio que desespera y una familia que no se rinde. Así se resume la angustiosa búsqueda de Roberto Benavides Castro, un trabajador ejemplar, esposo devoto y vecino querido, quien desapareció misteriosamente el pasado lunes 16 de junio cuando se dirigía a su trabajo en Horquetas de Sarapiquí.
Eran las 5:30 a.m. cuando su esposa, Sara Espinoza, lo dejó como todos los días en el cruce de Río Frío. La despedida fue cálida, como siempre. Poco después, le escribió un mensaje corto pero cargado de amor: “Te amo, mi amor preciosa. Se me cuida.” Fue la última vez que supieron de él.
Desde entonces, la incertidumbre se ha convertido en una pesadilla que no da tregua.
Un bolso, un misterio
Roberto, de carácter tranquilo y costumbres firmes, tenía la rutina bien marcada. Lo esperaban en el quebrador donde trabajaba, pero nunca llegó. Lo más inquietante: su bolso apareció abandonado en el mismo punto donde solía esperar la buseta. Dentro estaban su almuerzo, su gafete, sus cosas personales. Todo menos él.
“Los compañeros me dijeron que él esperó a que me fuera… y luego simplemente se alejó caminando. Como si supiera que no iba a regresar”, contó Sara, a medios locales . “Eso no es propio de él. Algo pasó. Y no sabemos qué.”
Una comunidad en vilo
Desde ese día, el tiempo ha sido cruel. No hay rastros, no hay llamadas, no hay pistas. Solo conjeturas. Ni los operativos de búsqueda, ni los rastreos con drones, ni los peinados en zonas montañosas han dado frutos. La tierra parece habérselo tragado.
Los días pasan con la crudeza del desconsuelo. Sara revisa su teléfono cada cinco minutos, esperando una llamada, una pista, una señal, una voz. “No quiero pensar lo peor, pero este silencio me está matando. Él jamás haría esto por su cuenta”, asegura.
La familia pensó inicialmente en un accidente, quizás un atropello. Pero esa posibilidad fue descartada por las autoridades. Entonces, ¿qué pasó con Roberto?
“Siento que está en algún lugar pidiendo ayuda”
La esperanza es un hilo delgado, pero Sara se aferra con fuerza. “Siento que está en algún lugar… vivo, esperando que lo encontremos. Tal vez herido, tal vez retenido. No sé. Pero sé que está luchando por volver.”
El Organismo de Investigación Judicial (OIJ) mantiene abierta la investigación por desaparición. De momento, no hay pruebas que permitan descartar ni confirmar ninguna hipótesis. El caso se ha convertido en un enigma que estremece a Sarapiquí.
Un clamor al país
Sara, junto con la familia de Roberto, pide al país que no los dejen solos. Que cualquier persona que haya visto algo esa mañana del lunes, o que tenga información, llame al 800-8000-645 del OIJ.
“Nos lo arrebataron sin dejar rastro. No puedo dormir. Cada minuto sin él es un martirio”, concluye Sara, abrazada a la camisa que Roberto usó el día anterior, aún con su olor.
Roberto Benavides Castro tiene rostro, tiene una historia, tiene una familia que lo espera. Su nombre ya no es solo el de un desaparecido más; es el de un hombre cuya vida se esfumó una mañana sin explicación. Y cuya ausencia pesa como una losa en el corazón de quienes lo aman.