La «Asociación El Proyecto Ara», organización dedicada a la conservación de la gran Lapa Verde (Ara ambiguus), ave también conocida como el gran Guacamayo Verde, busca evitar la extinción de estas aves, en peligro, por la deforestación y caza.
La organización busca revertir el proceso de extinción de dicha especie mediante la fabricación de nidos artificiales, ya que muchos de los árboles donde tenían sus nidos por generaciones, fueron talados. Dicha especies sólo se ubican en el caribe sur y el noroeste del país, donde hace años se calculaba que existían sólo 300 aves.
Desde hace algunos años, organizaciones públicas y privadas, luchan por la protección de la especie, mediante la fabricación de nidos artificiales.
Tanto en Boca Tapada de San Carlos, como en el Refugio Mixto Maquenque, ubicado en esta zona, la especie ha encontrado su hábitat. Aquí se buscan regenerar la especie mediante la colocación de nidos artificiales elaborados con materiales de bajo costo.
Nidos con barriles plásticos
De acuerdo con la Asociación con barriles plásticos de 50 galones se puede crear nidos artificiales. Al barril se le hace huecos de drenaje en el fondo con una broca y huecos de ventilación. Se hace un hueco de entrada al niño de 20 centímetros.
Se debe colocar un techo de madera, parque sea utilizado como plataforma de aterrizaje y como sitio de vigilancia del mismo. Debe utilizarse una madera resistente al agua, pero no muy pesada. Se debe colocar tablas del hueco de entrada:
Según la Asociación gracias a este sistema empleado en Caribe Sur del país se alcanzó una elevada actividad de anidación (73,24%). Se registra la postura de 34 huevos, de los cuales alcanzan la fase de eclosión 12 (35,29%) y sobrevivieron nuevo individuos (75% de los eclosionados). Seis de los casos completan su fase de reproducción con sus padres, y tres de ellos, mediante rescate y crianza en cautiverio para posterior liberación.
Estos resultados sugieren, entre otros, la conveniencia de colocar los nidos fuera del dosel del bosque; una significativa competencia por la ocupación de los nidos artificiales, con la posible destrucción de huevos puestos previamente; la necesidad de mejorar los mecanismos para reducir la irrupción de especies depredadoras, tanto de huevos como de polluelos y; la probable elección de los padres de criar solamente uno de los polluelos eclosionados.
Sembré más de 200 árboles de almendro de montaña en mi propiedad en La Fortuna de San Carlos hace 10 años precisamente para contribuir con el rescate de esta bella ave. Hoy puedo decir con orgullo que llegan a mi propiedad. Mi pequeño aporte.