Hoy en el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, recordamos el dolor de nuestra única etnia indígena de la Zona Norte de Costa Rica, los Maleku, con un pasado de dolor, sangre y esclavitud, que aún persiste.
A finales del siglo XIX se calculaba que habían más de 3 mil almas, hoy sólo quedan escasos 600 habitantes, de los Palenques o comunidades llamadas: El Sol, Margarita y Tonjibe.
El abuso que han sido sometido este pueblo, y que no escapa a la mayoría de pueblos indígenas del continente se extiende hasta nuestros días. Han sido diezmados y esclavizados desde la llegada de los española, en la época colonial y más recientemente abandonados por nuestros gobiernos.
Desde hace un mes los Maleku mantienen un disputa con finqueros, a los cuales, los acusan de haber invado un 80% de su Reserva Indígena de 2994 hectáreas creadas por ley. Aseguran que ellos sólo les queda un 20% de esta reserva, por ello, la etnia Maleku invadió cinco finca, que reclaman como de su propiedad, sin que a la fecha el gobierno haya podido darle una solución a la disputa que mantienen con los finqueros.
Los Maleku un pasado escrito con sangre
A finales del siglo XIX, la etnia Maleku que habitaba las llanuras de Guatuso, fue diezmada, masacrada y secuestrada por una horda de comerciantes huleros nicaragüenses que buscan extraer la savia de los árboles de hule de la especie Castilla, para venderlo en los Estados Unidos para la fabricación del hule, tal como lo conocemos.
De estos hechos poco conocidos por los habitantes de la Región Huetar Norte, da fe el historiador Marc Adelman con el libro: “Un Genocidio en Centroamérica: hule, esclavos, nacionalismo y la destrucción de los indígenas Guatusos-Malecus” (1998).
De acuerdo con el investigador a final del siglo XIX, los huleros y misioneros invadieron el territorio de los indígenas Guatusos-Malekus, quienes vivían al sur del Lago de Nicaragua y en territorio nacional, en las llanuras de lo que hoy es Guatuso.
Cientos de mujeres y niños indígenas fueron capturados y vendidos por los huleros como esclavos en los pueblos nicaragüenses, mientras que los hombres eran obligados hacer trabajos forzados como cargadores de hule en la selva.
”Los clérigos e historiadores costarricenses narraron la experiencia de la comercialización del hule y de los seres humanos en la zona de Guatuso, en el marco del surgimiento de un proyecto ideológico nacionalista que contrastó la “virtud” de Costa Rica con la “barbarie” de Nicaragua. Al final de la época de auge del hule a fines de la década de 1890, más de la mitad de la población Guatuso-Maleku había sido secuestrada o asesinada o había muerto a causa de las enfermedades y la explotación desmesurada”, detalla el autor.
En esta investigación el historiador se basa en documentos del escritor Carlos Gallini y del Obispo Bernardo Augusto Thiel, entre otros, este último, incursionó en 1882 a estos territorios con el fin de evangelizar a la población Maleku.
De acuerdo con el historiador, en esta época existía una verdadera fiebre por el hule, luego que en Estados Unidos Charles Goodyear en 1839 descubrió como vulcanizar el látex, de ahí que la demanda de hule aumento en ese país. En los países centroamericanos, en especial, Nicaragua. Los huleros empezaron a picar los árboles de hule de la variedad Castilla, para sacar la savia y vender este producto a Estados Unidos ya que era muy bien pagado.
Fue así, como los huleros nicas incursionaron en la bajura sancarleña para hacerse de este producto que abundaba en los bosques vírgenes de esta región.
En su afán por obtener la mayor cantidad de productos, esclavizaron a los indígenas Guatusos para obligarlos a extraer hule, algunos, los que se revelaban fueron masacrados. Cuenta el historiador que los niños y mujeres eran secuestrados y llevados a Nicaragua para venderlos como sirvientes.
Maleku fueron esclavizados
Las incursiones de los huleros nicas se hacía por medio de expediciones, entraban al suelo tico y obligaban a los Maleku a jalar las cargas de hule que luego llevaban a Nicaragua.
El Río San Juan era la zona de mayor auge hulero en Centroamérica, según narra los cronistas, de igual forma, se utilizaba esta ruta para la exportación del hule utilizando el océano atlántico.
Los cronista describen a los Malekus como salvajes de piel morena y pelo castaño, habitantes de la cuenca del Río Frío. Eran sometidos con armas por los huleros. El comercio de los indios, resultó ser otra actividad lucrativa para estos. Se dice que más de 300 indios fueron vendidos en distintos zonas de Nicaragua para ser utilizados como sirvientes.
Fue gracias a la intervención del obispo Thiel que se logró controlar esta esclavitud y venta de indígenas.
Sus casas olían a muerto
Thiel describe las casas de habitación de los Malekus como grandes palenques. Los Maleku trabajan la tierra en grupos de hasta 50 individuos. Cultivan maíz, yuca y plátano. Utilizaban objetos de cerámica y vasijas de barro. Narra que en sus casas el olor a muerto era insoportable, ya que enterraban los sus seres queridos dentro de la viviendas y a poca profundidad.
A finales del siglo XIX Thiel consiguió que el gobierno de Costa Rica viera a los indígenas Maleku como ciudadanos costarricenses. Se pasó una ley para protegerlos de los huleros, se enviaron tropas a la zona y se pasó otra ley para impedir la extracción de hule, fue así como se evitó que la barbarie contra los Malekus continuara.
Durante el siglo XX la extracción de hule continuó en algunas zonas de la Región Huetar Norte, dicho producto era exportado a Estados Unidos por huleros ticos y otros venidos de Nicaragua.
El escritor José León Sánchez, nacido en la comunidad de San Rafael de Río Cuarto, Cucaracho, como le llamaban, narra ese contacto con los huleros que habitaban esas zonas.
El río San Carlos en tiempo fue utilizado por los huleros para transportar el producto obtenidos de la bajuras de la Región y llevado al Valle Central para ser exportado.
Este capítulo oscuro de la etnia de los Guatusos-Maleku, no escapa a realidad de otras etnias costarricenses, cruelmente maltratadas, robadas y asesinadas desde tiempos de la colonia a la fecha.