Por Henry Segur.
Elena Gamboa Esquivel y Rubén Gerardo Villarreal tienen 26 años de casados, y tres de extrañar a su muchacho que ya no está con ellos. Este matrimonio de Ciudad Quesada de San Carlos, en Alajuela, no se acostumbra, ni lo hará, a vivir sin su hijo Rubén Alejandro Villarreal Gamboa quien falleció luego de que un conductor se brincara un ceda y lo atropellara.
Los dolidos padres son funcionarios de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS). Don Rubén, de 53 años, tiene 26 años de laborar en la Caja, es trabajador social del área de salud La Fortuna y doña Elena Gamboa, de 55 años, es inspectora de leyes y reglamentos de la CCSS en Ciudad Quesada, tiene 31 años de servicio en la institución aseguradora.
“Hago un llamado vehemente a la prudencia porque un segundo puede quitarnos la vida o arrebatársela a otra persona inocente, como fue el caso del accidente de nuestro hijo menor Alejandro, de 20 años y estudiante de medicina. Según testigos mi hijo Alejandro venía con todos los implementos de seguridad, casco, cinta reflectora, guantes y velocidad menor a los 60 kilómetros por hora” explicó Rubén Villarreal.
“Yo lo que pido a los conductores y a los costarricenses es más prudencia y menos indiferencia porque el conductor que atropelló a nuestro hijo, al verlo muerto, se fugó. Este chofer se detuvo, pero al ver a mi niño en el pavimento se dio a la fuga, y hasta la fecha no sabemos quién fue” dijo la madre de Alejandro.
Ese 26 de enero de 2017 dejó una marca de dolor e impotencia que ni el tiempo logra aliviar, porque cuenta el matrimonio que aunque tienen otros dos hijos, y que son su razón de vivir, no hay día que el recuerdo del estudiante de medicina no reviva en ellos.
El accidente ocurrió en sentido San José – Ciudad Quesada, en el cruce de Grecia en Alajuela. El informe forense indicó que la motocicleta, ocupada por el joven Alejandro, no venía a más de 50 Kilómetros por hora, pero el impacto con el otro vehículo fue lo que causó la muerte.
“Mi hijo era muy precavido, como estudiaba medicina era muy metódico, responsable y precavido. No me cabe la mínima duda de que él puso todo de su parte porque quería llegar a casa y no lo logró. Costarricenses: no andamos solos en carretera, hay más personas que transitan en la misma calle, por eso debemos respetar las señales de tránsito. Respetar una señal es respetar mi vida y la de la otra persona que comparte las vías que son de todos” manifestó don Rubén.
“Las vías nacionales se construyeron para todas las personas, ahí cabemos los choferes motorizados, ciclistas, peatones, camioneros, y las reglas se crearon para todos por igual. No queremos que nadie esté en nuestros zapatos y sufran por el vació que deja un hijo. No hay alegría que llene ese espacio, no hay satisfacción que sea plena hay un dolor que se mantiene vivo y que no cesa porque cada día que pasa uno extraña más a ese ser querido que no volverá” exclamó la inspectora.
Alejandro estaba dentro de un grupo de personas que más sufren accidentes de tránsito, tanto por su edad como por el tipo de accidente. En 2019 los servicios de emergencias de la CCSS atendieron 32 861 personas por accidentes de tránsito, y de enero a septiembre de este 2020 se contabilizan 11 238 personas víctimas de este grave problema de salud pública que tanto dolor deja a familias costarricenses.
Nunca se supo si el responsable de la muerte del joven estudiante iba bajo efectos del licor, no se sabrá si contaba con su licencia de conducir al día ni tampoco se esclarecerá el por qué el conductor no hizo el ceda.