El agua de California se ha convertido en un elemento más para invertir dentro de los mercados a futuros bursátiles. La financiarización de este recurso hace saltar las alarmas a expertos, que ponen las crisis agroalimentarias de 2007 y 2008 como referencia de lo que pueda pasar en el futuro.
Transcrito del Diario Público.es
ALEJANDRO TENA
En 1995, el exvicepresidente del Banco Mundial, Ismail Serageldin, afirmaba que las guerras que marcarán el futuro del siglo XXI girarán en torno a la disponibilidad del agua. Quizá la humanidad no se encuentre aún en ese escenario, pero los pasos hacia la mercantilización de este bien –considerado un derecho humano desde 2010 por la ONU– son cada vez mas grandes. Tanto, que esta semana el agua comenzó a cotizar en los mercados a futuro de Wall Street. Un hecho histórico que pone a esta materia prima, fundamental para la vida, al mismo nivel que el oro o el petróleo.
Este tipo de inversiones a futuro no suponen la necesidad de suministro de agua, sino que son contratos financieros que vendrán determinados por el precio medio semanal de las principales cuencas de California. De esta forma, el índice NQH20 marcará el precio de esta nueva mercancía y servirá, según los expertos, de referencia mundial. Si bien, desde sectores económicos como Bloomberg o la compañía de mercados CME Group han vinculado esta decisión con una supuesta protección y flexibilidad del agua de cara al escenario de escasez y sequía –condicionada por la crisis climática–, otros sectores alertan de las posibles repercusiones que puede tener la entrada de este líquido en Wall Street.»La mercantilización de las excedencias de los derechos concesionales del agua nos lleva al sanctasanctórum de los mercados especulativos»
Pedro Arrojo, relator de las Naciones Unidas para el Derecho al Agua y al Saneamiento, explica a Público que esta «mercantilización de las excedencias de los derechos concesionales del agua nos lleva al sanctasanctórum de los mercados especulativos». Se trata de los mismos mercados, dice el economista de la ONU, que «han trabajado con la alimentación y han producido hambrunas internacionales, quebrando economías nacionales por especulaciones a futuro con cuestiones básicas de la vida que afectan a los derechos humanos».
Sin embargo, la llegada de este recurso a los mercados no es una sorpresa, sino el resultado de una gestión hidrológica que se remonta a los inicios de la década de los años ochenta del siglo XX, que vino condicionada por las sequías intensas de 1976 y 1977 en California. En estos momentos se implementaron los mercados de agua en el estado norteamericano del oeste. La escasez de recursos hídricos propició que los derechos de agua a corto plazo fueran traspasados a manos privadas. Incluso durante la segunda mitad de los años noventa, que estuvieron marcados por lluvias abundantes, estas prácticas fueron comunes. Fue a comienzos del siglo XXI cuando empezaron a crecer los acuerdos de derechos de agua a largo plazo, lo que podría ser el germen de los mercados a futuro que esta semana han irrumpido en Wall Street. En este momento, la Imperial Irrigation Distrit compró una gran cantidad de derechos de agua a las empresas concesionarias de Los Ángeles y San Diego, teniendo que llegar estas ciudades a pagar a esta compañía en momentos de sequía, para poder abastecer los mínimos requeridos para el consumo urbano. Es decir, en tres décadas los derechos de agua pasaron paulatinamente de lo público a lo privado.
«Esta clase de acuerdos puede convertir a las ciudades en cautivas de los proveedores privados, al mismo tiempo que los únicos beneficiarios son los aguatenientes que destrozan la industria auxiliar agrícola y a sus trabajadores. Por no hablar de los efectos negativos en los ecosistemas por los que dejan de pasar esas aguas», expone Luis Babiano, gerente de la Asociación Española de Operadores Públicos de Abastecimiento y Saneamiento (Aeopas). «El sudeste de la península ibérica guarda muchas semejanzas con California y esto ha hecho que siempre se la observe como un referente. En este sentido hemos seguido algunas pautas mercantiles en nuestra legislación inspirados en este modelo», alerta, señalando que, por el momento, España se ubica en un sistema público con cierta participación privada.»Primero se pasa de estar en un ámbito público a un ámbito público-privado y, después, se da el salto a la especulación absoluta»
Pero, ¿qué ocurrirá si el agua llega a los mercados financieros a nivel mundial? «Si se globaliza la especulación del agua como se ha hecho con el sistema agroalimentario, pasaremos de tener un bien común a tener una commodity (mercancía). Ahora, con la entrada en bolsa de California, se da un paso más en esa lógica que ya se venía gestando. Primero se pasa de estar en un ámbito público a un ámbito público-privado y, después, se da el salto a la especulación absoluta», opina Mirene Begiristain, profesora de Economía de la Universidad del País Vasco.
La cotización del agua en los mercados de futuro por el momento afecta sólo a las cuencas californianas, pero abre una vía de mercantilización nunca antes vista. Desde determinados sectores económicos favorables a esta iniciativa señalan que, al ser únicamente los excedentes de agua los que cotizarán en Wall Street, se fomentará un consumo eficiente y se hará frente a supuestos despilfarros. Sin embargo, se abre el riesgo de que la gran parte de los contratos a futuro sean comprados por inversores ajenos a sectores agrícolas, lo que fomentará que haya un juego de compraventa. Según el experto en transición ecológica, Luis González Reyes, sólo el 2% de los futuros que son bienes básicos terminan siendo entregados, el 98% se venden y revenden como activos financieros especulativos. En el caso del agua, las escasas infraestructuras para el transporte complican aún más que la compra de futuros se haga con la intención de poder hacer uso de ellos, tal y como advierte Babiano.
Las crisis alimentarias ya mostraron los efectos de la financiarización global de recursos básicos para la vida. Tanto es así que la especulación en los mercados a futuros tuvo un papel importante en la subida de precios de las crisis agroalimentarias de los años 2007 y 2008. Todo ello, se vio agravado por la coyuntura de cambio climático y su incidencia en determinados cultivos, así como la apuesta firme por los agrocombustibles que desplazaron la producción de alimentos hacia otras zonas, tal y como se recoge en una publicación de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura).
Arrojo, como relator de la ONU, muestra su preocupación por el paso adelante que ha dado el estado californiano y, de hacerse global, asemeja los riesgos a los experimentados con la financiarización de los recursos alimentarios. «No es el debate que teníamos instalado», dice, en relación a la situación que se vive en zonas de Europa como España, donde las disputas giran todavía entre unos derechos del agua puramente públicos frente a los mixtos con concesiones privadas. «Si esto continúa, se acaba todo. No existirá el interés general, sino el interés del mercado, donde el león se come al cordero», reflexiona.
«Son las semillas de la mercantilización de los bienes esenciales»
Babiano, por su parte, explica que la mercantilización de este derecho humano podría abrir la puerta a una «triple variable» que transforme el agua tal y como se conoce. Por un lado, la accesibilidad estará marcada por la rentabilidad económica. En segundo lugar, la asequibilidad quedará condicionada a las fluctuaciones de los mercados, lo que generaría, según el experto, un descontrol de precios a largo plazo. El tercer factor es la «concentración de poder» en los mercados y el desplazamiento de lo público y la idea de bien común como principio básico de toda gestión hídrica.
«Estas son las semillas de la mercantilización de los bienes esenciales. Ahora se anuncia en California, pero esto irá evolucionando poco a poco. En un principio se nos presenta la participación privada como un mecanismo de flexibilidad, luego se empieza a cuestionar la esencia de lo público, como ocurre ahora [en España], y se termina entrando en los mercados, que es lo máximo», detalla el gerente de Aeopas, quien reclama que España deje de mirar hacia el modelo californiano para reconvertir nuestro sistema: impulsar la gobernanza en la gestión del agua, eliminar cánones concesionales, considerar el agua un derecho humano y «volver al espíritu público de la ley aguas de 1985».
Un derecho humano que no se cumple
A pesar de que el acceso al agua es un derecho humano desde 2010, en el mundo hay alrededor de 700 millones de personas de 43 países que sufren escasez de este recurso. Los efectos de la emergencia climática son cruciales para entender este fenómeno que, según la ONU, aumentará en los próximos años. Se estima que dentro de cinco años habrá 1.800 personas viviendo en zonas del mundo afectadas por estrés hídrico, es decir, en lugares donde la demanda de agua sea superior a su disponibilidad. Esto podría desembocar en una crisis migratoria sin precedentes que afecte a cerca de 250 millones de personas residentes en países africanos.