Comentario de José Luis Valverde Morales
Expresidente Colegio de Periodistas de Costa Rica.
Conozco la política desde sus entrañas, a los periodistas se nos hace fenómeno cercano, hasta seductor, por eso en alguna medida entiendo a la colega Pilar Cisneros Gallo, no dudo, a ella como a mí, en esa incursión nos animaban legítimos propósitos.
No hablaré del tema personal, en el despacho de un presidente electo, sabedor muchos llegarían a pedirle un buen hueso, estaba impresa una frase atribuida al gran escritor Miguel de Cervantes: “hablar de uno envilece”, lo haré tangencialmente para evidenciar no me es un quehacer desconocido.
Con nueve compañeros iniciamos la conformación de la estructura del regreso de José María Figueres Olsen, luego de su estancia en Estados Unidos, algunos escalaron a altos puestos en el ejecutivo y legislativo, apellidos como Chinchilla, Castro, Solano, uno de segundo Underwood, nos reuníamos en la Asamblea Legislativa.
Formé parte del comando de campaña de José María, lo presenté con connotados periodistas como don Rolando Angulo Zeledón, Andrés Borrasé, Rodrigo Fournier, William Gómez, viajamos en un pick Datsun blanco para dos personas.
Unos pocos meses fui su Director de Prensa, un estudio de clima organizacional del INCAE evidenció dos facciones a lo interno del gobierno, unos, entre quienes estaban Carlos Manuel Castillo Morales y don Elías Soley Soler, entre otros, abogábamos por el diálogo, recordábamos lo ajustado del triunfo, la otra facción más confrontativa, así los tres fuimos dados de baja en un episodio particularmente doloroso.
RENCOR.
En ese instante conocí el significado de la palabra “rencor”, llegó a mí cuando al decir de mi extinta suegra, María Emilia Solano Flores, uno está traspuesto, ese instante mañanero cuando nos encontramos en el limbo entre el sueño y el despertar, busqué el significado en un diccionario a mano, hablaba de una herida profunda, decidí sanarla para siempre, tenga la certeza, este comentario, ni ningún acto de mi vida tendrá una pizca de rencor.
Luego de este preámbulo (hubiera deseado omitirlo) pero a mí entender, necesario para ubicar el tema.
PERIODISTAS Y EMPRESARIOS.
Pilar Cisneros y su esposo el también periodista Edgar Espinoza, se formaron como profesionales en el periódico La Nación, la vieja redacción del diario más emblemático durante décadas, luego incursionaron juntos en una empresa periodística, si mal no recuerdo de nombre “Su prensa”, con una nutrida cartera de clientes, Edgar se mantuvo en el negocio, Pilar siguió mas involucrada en el medio, durante un buen tiempo hizo yunta inseparable con Ignacio Santos (canales 4 y 7) reconozco en él a un caballero, de la estirpe de Eduardo Ulibarri Bilbao, quien fue durante décadas director de La Nación, los dos siempre atentos, respetuosos, corteses, fraternos.
En la relación profesional, en honor a la verdad, Pilar también fue una colega cordial, afable, solícita, accesible.
MATRIMONIO MAL AVENIDO.
El periodismo y la política siempre ha sido un matrimonio mal avenido, los gobernantes le achacan la incomprensión de su quehacer a los comunicadores, en tanto estos se parapetan en la objetividad para declarar no son voceros del gobierno de turno, desde sus respectivos cuarteles, a veces de manera frontal, otras solapadamente, facturas van y facturas vienen en ese cobro permanente, no de dinero, más bien de andanzas a ser saldadas.
La irrupción de Pilar Cisneros Gallo en la arena política es para sus colegas y muchos ciudadanos todo un fenómeno, posiblemente en honor a su segundo apellido, de repente se sumió en la gallera, la periodista inquisidora de ayer, se convirtió en escudera de un tico que pasó la mayor parte de su vida fuera del escenario nacional, quien ante la luces de las cámaras fue jueza implacable, de repente asumió el rol de abogada defensora de un individuo apenas conocido en el ámbito nacional, ex fugaz ministro, degradado en el Banco Mundial por actuaciones impropias.
En el caso de Pilar, el escarnio a los mercaderes con bonos de la deuda política pasó a un segundo plano para apostar sus reales con un jugoso 40% de ganancia, murió la periodista, resucitó en la carne de una política, con discurso disruptivo, abajo el ropaje de aquellos a quienes un día crucificó.
En este nuevo escenario, encontrará como bien lo señaló el tramero del Mercado Central, un día ungido a presidente de la república, don Luis Alberto Monge Álvarez: “los amigos son de mentira, los enemigos de verdad”.
Pilar dejó la comodidad de su espaciosa residencia en uno de los lugares más exclusivos del país, para meterse en una senda espinoza, como el apellido de su consorte, bienes materiales no le faltan, su estirpe es de una acomodada familia peruana donde la diferencia de clases está rigurosamente marcada.
YA PROBÓ LO AMARGO.
Posiblemente en este corto tiempo de andanzas políticas y politiqueras, probó el amargo trago de su decisión de aventurarse en andurriales, fáciles de criticar, difíciles de transitar, las lágrimas derramadas en un discurso que corrió por las redes sociales así lo denotan.
Pilar es una mujer inteligente, esa lectura del entorno posiblemente la lleva a matizar su discurso, ahora es diputada electa de una inexperta bancada con minoría en la Asamblea Legislativa, en sus palabras deja entreabierta la posibilidad de no asumir la curul para irse al Poder Ejecutivo, una suerte de primer ministra, en nuestro terruño personificada en el de la presidencia.
En la eventualidad real de un gobierno de Rodrigo Cháves, posiblemente será lo más parecido a la administración de su tocayo Rodrigo Carazo Odio, el más carismático de los candidatos presidenciales en la historia democrática del país, quien a pesar de sus reconocidas destrezas, debió armar su gabinete con un rejuntado incapaz de seguirle el paso, las renuncias se sucedían en efecto dominó, algo para nada extraño, previsible, sin ser profeta, con un candidato que ha demostrado inestabilidad emocional, apenas disimulada por el escudo que supone la presencia de quien lo sacó del anonimato para ponerlo a jugar en la segunda ronda electoral.
En el caso de Pilar, así como derramó lagrimas y loas al dejar la casa del Canal 7, posiblemente en los primeros y previsibles desacuerdos, hará lo propio desde el gobierno, regresará a la comodidad de su refugio, atrás quedará el rebaño desconcertado, como esos compañeros de trabajo, algunos discípulos, quienes un día la admiraron y hoy la sienten irreconocible.