UCR otorga Doctorado honoris a escritora y poetisa nicaragüense Gioconda Belli

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Gioconda Belli: Recibir el doctorado honoris causa de una universidad con tanto prestigio y de un país que admiro y quiero es un honor y gozo enorme. (Foto: Kattia Alvarado, Semanario Universidad)

Gioconda Belli: Recibir el doctorado honoris causa de una universidad con tanto prestigio y de un país que admiro y quiero es un honor y gozo enorme. (Foto: Kattia Alvarado, Semanario Universidad)

La célebre escritora y poetisa nicaragüense Gioconda Belli Pereira recibió este 30 de mayo el título de doctora honoris causa de la Universidad de Costa Rica. Este reconocimiento es el máximo honor que concede esta casa de estudios superiores a personalidades nacionales o extranjeras, cuyos trabajos o estudios han alcanzado un notable significado.

Al sustentar el otorgamiento de esta distinción, el Consejo Universitario resaltó el aporte de Gioconda Belli en “la construcción de una conciencia crítica, la difusión de las artes, la defensa de la libertad de expresión y de los derechos humanos.” La escritora fue nominada por la Escuela de Estudios Generales.

El Consejo Universitario valoró las contribuciones de Belli, cargadas de criticidad y creatividad en sus obras, aportando así a la literatura centroamericana y, además, como una voz activa en el ámbito político de Nicaragua; por la defensa de los derechos de la mujeres y los procesos democráticos, entre otros campos de lucha.

Durante la ceremonia oficial de entrega de la distinción, el director del Órgano Colegiado, Dr. Jaime Caravaca Morera, destacó que Gioconda Belli es la escritora centroamericana más conocida y traducida de Centroamérica y que “su quehacer literario le ha permitido formar parte de ese selecto grupo de valientes escritoras de la región como Carmen Lyra, Yolanda Oreamuno, entre otras, que se atrevieron a enfrentar al sistema literario patriarcal con su escritura consciente de su potencia estética e ideológica.”

La obra de Belli, recalcó el señor director, ha participado en todas las grandes innovaciones y revoluciones que ha experimentado la literatura latinoamericana. “La poesía conversacional; la apropiación literaria del cuerpo y del disenso libertario de las mujeres; el cuestionamiento de la voz masculina hegemónica y del discurso patriarcal; la relectura en clave femenina de los mitos occidentales y los estigmas culturales contra la mujer” Desde la década de los 90, concluyó el Dr. Caravaca, esta escritora ha sido reconocida como una de las grandes figuras de la poesía y la narrativa castellanas.

Por su parte, el rector Dr. Gustavo Gutiérrez Espeleta, destacó que “Gioconda Belli ha sido una mujer que se atrevió a decir sobre sí misma; a tomar la palabra como herramienta de poder; una mujer que no esperó a que nadie la describiera ni que le dijeran cómo vivir, sino que tomó las riendas y ha sabido levantarse. Conoce el poder de las palabras, y por eso sigue levantando la voz por quienes callan, por aquellos que ya no tienen voz, por quienes han sufrido la violencia de la mordaza.”

“Conocí la esperanza en Costa Rica”

Al recibir su doctorado honoris causa, Gioconda Belli inició su conferencia titulada La esperanza: una isla en la niebla. Conocí la esperanza en Costa Rica, narró la escritora, en clara alusión a los primeros capítulos de su vida en el exilio al haberse visto forzada en 1975 a abandonar Nicaragua hacia México durante la guerra contra la dictadura de la familia Somoza. Llegó a nuestro país en 1976 y desde aquí contribuyó a formar la Red de Solidaridad, la cual fue esencial para la derrota del dictador Anastasio Somoza.

Regresó a su patria tras la caída de la dictadura, pero algunos años después tuvo que partir al exilio de nuevo por la persecución del gobierno de Daniel Ortega. Actualmente, reside en Madrid, España.

Sobre el tiempo que vivió en Costa Rica, la autora rescató el apoyo de tantos costarricenses, sin cuya complicidad no hubiera podido avanzar de la esperanza a la fe:

De las dificultades del destierro me ayudó a emerger el apoyo sólido y generoso de tantos costarricenses. Ese apoyo decidido y cómplice para un empeño libertario que parecía más sueño que posibilidad; consolidó en mí y de muchos otros nicaragüenses el compromiso y la convicción de que lograríamos nuestro objetivo. La esperanza poco a poco se convirtió en fe. Pasamos de la incertidumbre pesimista a una incertidumbre constructiva. 

Aprendí entonces que la esperanza no es solamente un sentimiento abstracto, lo que le da su fuerza es el convertirse en una emoción colectiva, es el voltaje que adquiere cuando se contagia, cuando entra como fluido vital en los vasos comunicantes que desde el principio de los tiempos han constituido la fuerza creativa y transformadora de nuestra especie.