Hoy 11 de julio es un día muy especial para don José Flores, el ciudadano costarricense más longevo del país y del mundo
Hoy este roble viviente vecino de Santa Rosa de Pocosol, San Carlos suma un calendario más a su larga vida, celebró con sus seres queridos del cantón sus 117 años de vida con plena lucidez.
En efecto, don José Flores Flores es una de las pocas personas que ha tenido la fortuna de rebasar con creces, la edad centenaria. Esta circunstancia, nos hace recordar que Costa Rica posee una región en particular que, desde hace ya mucho tiempo, forma parte de las llamadas áreas azules del planeta en donde es posible que un número apreciable de sus habitantes, gocen de envidiable longevidad.
La zona como tal es Nicoya y compite con localidades situadas en Europa como Grecia y Cerdeña, lo mismo que en Hokaido (Japón) y Loma Linda en California, que gozan de esta prerrogativa. Por investigaciones realizadas, se ha podido demostrar que condiciones ambientales, régimen alimenticio, buenas prácticas habituales y condiciones genéticas, tienen mucho que ver para que no pocas personas alcancen edades centenarias.
Este es el caso de don José Flores Flores que, sin reparo alguno, nos ha confesado la receta de haber crecido y sobrevivido como un auténtico roble. Su régimen alimenticio a base de granos (arroz,frijoles), tortilla, leche, verduras y escaso consumo de proteína animal, es parte del secreto de la vida. A eso le agrega una vida consagrada al trabajo físico en actividades agrícolas como ganadera que empezó a desplegar desde su tierna infancia.
El aderezo que ha hecho posible la prolongación de su vida, deviene sin lugar a dudas, de las constantes muestras de cariño y apoyo familiar que recibe, así como la creencia permanente en un Dios misericordioso que siempre está presto a asistirnos en nuestras mayores dificultades. Como detalle auxiliar que podría explicar su edad longeva ligada a la genética, señala que su abuela paterna vivió hasta los 135 años y que de ello puede dar fe el registro civil de Nicaragua, país en donde se asientan sus más remotas raíces.
Por avatares del destino que muchas veces nos resultan incomprensibles, don José Flores F., se vio un día obligado a abandonar el hogar materno en Cañas, Guanacaste, para trasladarse a otras regiones del país donde operaban las bananeras (Siquirres en el caribe) y la zona sur en el pacífico) en demanda de trabajo. También estuvo en Montezuma y en Orotina hasta que un buen día del año 1968 optó por migrar hacia el cantón de San Carlos, concretamente, a la zona de Pocosol, sitio al cual arribó dos días antes de que la furia del volcán Arenal provocara aquellas explosiones que dejaron muerte y desolación.
Allí sentó cabezas y consideró que había llegado el momento de formar su propia familia al lado de doña Ofelia Arias Badilla con la que procreó 16 hijos de los cuales 8 son los que sobreviven: Marta Lorena, Maritza, Juan Gerardo y Sandra Patricia todos de apellido Flores Arias, nacidos entre 1968 y 1973. Además, reconoce como hijos a otros 4 de una relación anterior que tuvo su esposa. Se trata de Carlos Luis Arias Badilla nacido en 1957, Wilber nacido en 1961, José Alberto en 1964 y por último María Gerardina que vino al mundo en1966.
De don José Flores resta añadir que nació en la comunidad de paso Lajas poblado del distrito central del cantón de Cañas el 11 de julio de 1907. Hijo de Josefa Flores Flores sufrió el infortunio de verse abandonado por su madre a muy corta edad por lo que su abuela paterna Silvestia Carrillo, hubo de asumir la responsabilidad de ayudarlo a crecer. Es probable que huérfano de ese calor materno y en plena fase de pre-adolescencia, decidiera dejar el terruño de sus mayores para iniciar una vida de aventura, una vida de migrante que lo llevó a los sitios ya referidos.
En la actualidad, la vida de don José puede decirse que es placentera porque no solo disfruta del amor filial que le brindan sus 8 hijos,23 nietos y 21 bisnietos, sino que además es un ser altamente sociable que gusta de transmitir valores y principios para la necesaria y sana convivencia.
Por lo demás, es un hombre feliz, alegre, comunicativo, con muy buen sentido de humor, un hombre que expresa energía y vitalidad; que asiste con regularidad al centro diurno de adulto mayor y participante activo de la cadena mayor; un hombre que se apunta a la práctica de juegos de mesa y que no rehúye para nada las sesiones de baile. En fin, una persona poseedora de un valioso legado que las nuevas generaciones deben aprovechar.
Biografía modificada por
Don Rolando Molina González
Historiador , Hijo Predilecto del Cantón de San Carlos