? San José, Costa Rica | Junio 2025
Lo que para muchos costarricenses mayores de 50 años fue un objeto común en su infancia, hoy se convierte en una pieza codiciada por coleccionistas, anticuarios y amantes de lo vintage: la vacinilla, ese pequeño recipiente de loza, peltre o aluminio que nuestros abuelos colocaban debajo de la cama para hacer sus necesidades durante la noche.
Lejos de quedar en el olvido, la vacinilla ha resurgido, pero no solo como objeto de nostalgia, sino también como pieza de comercio cultural, lo que ha generado incluso un incipiente tráfico de estos utensilios en ferias de antigüedades y tiendas online.
De uso cotidiano a artículo de colección
Durante gran parte del siglo XX, sobre todo en zonas rurales y casas sin baño interno, la vacinilla era un elemento indispensable. Se usaba especialmente por niños, adultos mayores o personas enfermas, y se vaciaba al amanecer. La mayoría eran de peltre blanco con borde azul, aunque también se usaron versiones de aluminio o cerámica decorada.
Hoy en día, estos objetos están siendo revalorizados por su carga histórica, y algunos incluso se exhiben en casas de campo restauradas, museos locales o cafeterías temáticas. El precio de una vacinilla antigua en buen estado puede superar los ?20.000 colones, dependiendo de su material, diseño y antigüedad.
El lado oscuro: tráfico y robo de patrimonio
Según han confirmado fuentes del Ministerio de Cultura, varias piezas antiguas —incluidas vacinillas, planchas de carbón, cántaros y quinqués— han sido reportadas como robadas de casas patrimoniales o donaciones públicas.
“Se está dando una especie de microtráfico cultural. Algunas personas están extrayendo objetos antiguos de viviendas abandonadas o comprándolos a precios ínfimos en zonas rurales para revenderlos a coleccionistas en San José o incluso al extranjero”, advirtió una fuente del Departamento de Patrimonio Cultural.
Las autoridades han hecho un llamado para proteger y registrar los objetos antiguos con valor histórico, ya que forman parte del acervo costarricense. Aunque no todos los artículos están protegidos por ley, su venta descontrolada podría significar la pérdida de piezas únicas del pasado nacional.
El mercado en línea y el atractivo estético
En plataformas como Facebook Marketplace y sitios web de compraventa costarricenses, la vacinilla aparece a menudo bajo nombres como “orinal de antaño” o “recipiente colonial”. Algunos vendedores incluso las ofrecen pintadas, decoradas o adaptadas como maceteros o floreros, lo que ha impulsado su venta entre decoradores y arquitectos de interiores.
“No es que queramos romantizar el uso de la vacinilla, porque era parte de una realidad sin agua potable ni alcantarillado, pero sí queremos rescatarla como símbolo de identidad”, explicó Mónica Mora, curadora de un museo comunitario en Guanacaste.
Educación y respeto al patrimonio
Expertos piden que el comercio de estos objetos no pierda de vista el respeto a su valor patrimonial. “Si bien es válido que haya interés en conservarlos, se deben fomentar procesos educativos sobre su origen y contexto, para que no termine siendo una moda vacía”, dijo la antropóloga cultural Laura Esquivel.
La vacinilla, aunque hoy pueda parecer curiosa o incluso cómica para las nuevas generaciones, es testimonio de un modo de vida que existió en Costa Rica no hace tanto. Su presencia nos recuerda la evolución del acceso al saneamiento, pero también la resiliencia y creatividad de nuestras abuelas y abuelos, que hicieron de un recipiente bajo la cama una solución cotidiana a la falta de infraestructura.