Redes destapan fiebre del oro en Crucitas: coligalleros exhiben extracción ilegal en video

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Crucitas, Zona Norte de Costa Rica — Mientras el gobierno costarricense insiste en la vigilancia permanente y la lucha contra la minería ilegal, una realidad paralela se expone sin filtros en redes sociales: cuadrillas de coligalleros, principalmente de origen nicaragüense, publican abiertamente videos donde se les ve extrayendo oro en lo que aparentan ser zonas de Crucitas y fincas aledañas.

Con música de fondo que exalta el sacrificio y la lucha diaria por el “sueño dorado”, los videos retratan a grupos de jóvenes movilizándose en vehículos, acampando en la montaña y trabajando con herramientas rudimentarias para extraer el mineral. Se trata de verdaderas piezas audiovisuales de protesta, en las que esta población marginada —y en su mayoría en condición migratoria irregular— transforma la minería ilegal en un estilo de vida en medio del barro, la jungla y la ausencia del Estado costarricense.

Actividad diaria

“Un fin de semana, 18 kilos de oro”

Una de las publicaciones más recientes asegura el hallazgo de una beta de oro de la que se extrajeron 18 kilos en solo un fin de semana, lo que representa un valor cercano a los ?900 millones, o unos $1.7 millones. Las imágenes muestran una roca cubierta de vetas doradas, así como pequeñas bolitas metálicas listas para ser procesadas.

Dinero al parecer producto de la extracción de oro

Las fotografías y videos han generado alarma entre expertos y autoridades locales, que advierten sobre la magnitud de la extracción ilegal, el colapso ambiental progresivo y el aparente desinterés estatal.

Oro que fluye hacia Nicaragua

Según habitantes de la zona, gran parte del oro extraído no se queda en Costa Rica, sino que es trasladado clandestinamente a Nicaragua por rutas ilegales. Algunos lo hacen en moto, a pie o incluso a caballo, aprovechando los incontables puntos ciegos de la frontera norte. “Lo hacen a la vista de todos. La policía no interviene, más bien parece que les abren el paso”, denunció un vecino bajo anonimato.

Además, se sospecha que redes de intermediarios, e incluso miembros del crimen organizado, están involucrados en el transporte, venta y lavado de estas ganancias ilícitas.

Señalamientos de complicidad

Funcionarios judiciales han levantado la voz, aunque en condición de anonimato, ante posibles actos de complicidad y corrupción institucional. “Hay reportes de oficiales que permiten el paso de maquinaria, que no desmantelan los campamentos o simplemente se hacen de la vista gorda”, mencionó uno de ellos.

Estas acusaciones ponen en entredicho la efectividad de la operación “Crucitas Segura” impulsada por el gobierno, que presume de detenciones y decomisos, pero cuya acción resulta insuficiente ante la realidad en el terreno.

El transporte

Una bomba ambiental

A la devastación por deforestación y apertura de túneles inseguros se suma el uso indiscriminado de mercurio, una sustancia tóxica que contamina ríos, suelos y napas freáticas. El impacto ambiental, según expertos, es irreversible en algunas zonas y amenaza con extenderse si no se toman acciones inmediatas.

“La biodiversidad está siendo sacrificada por oro que no deja ni un colón al país. Estamos ante un desastre ecológico silencioso”, advirtió un ambientalista de la región.

Estado ausente y proyecto oficial paralizado

Mientras tanto, el proyecto de minería regulada en Crucitas continúa empantanado. Las promesas de una explotación formal, con controles ambientales y beneficios fiscales para el país, siguen siendo eso: promesas. La inacción ha dejado el campo abierto para que los grupos ilegales operen a sus anchas.

Diputados que visitaron recientemente la zona reconocieron que el crimen organizado, el contrabando de oro, la trata de personas y la corrupción institucional han echado raíces en Crucitas. “El Estado está perdiendo el control. Si no actuamos pronto, será demasiado tarde”, advirtió uno de los legisladores.

La fiebre del oro: entre la pobreza y el saqueo

Lo que ocurre en Crucitas va más allá de una simple extracción minera ilegal. Es la expresión de un drama social, donde jóvenes empobrecidos ven en el oro su única salida, mientras estructuras criminales se aprovechan del descontrol estatal para enriquecerse a costa de la soberanía nacional.

Las redes sociales, en vez de esconder esta realidad, la gritan al mundo. Y mientras los coligalleros cantan su lucha en videos virales, el oro sigue fluyendo por las venas abiertas del norte costarricense, dejando atrás un paisaje arrasado y una institucionalidad en entredicho.

“Crucitas es hoy un símbolo de abandono, pero también de la urgencia de tomar decisiones valientes. Porque el oro no espera, y los coligalleros tampoco”.

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