Por Henry Esquivel Monge, escritor sancartleño.
—-Diay como le juee , hoy les voy a contar lo divertio que pasa en mi pueblo.
—Nenantes ñor Carico mató chanchos y nos regaló las vejigas. A que chiroteaa, nos dimos en el potrero de doña Queta, ahí montamos unos palos para hacer la cancha y fue solo inflar las vejigas y darle a la mejengueaa.
—Pa cerla mejor, se vino un baldazo de agua y que se mejoró la carambaa, entre barro y la grasa de la improvisaa bola, terminamos toiticos atoyaos, solo los ojos y diente se nos espiaba.
—Todo estaba guenisimo, hasta que llego oña Chola y a punta de riata los mandó jullendo para las casas, pues se puso juriosa al ver a tacho too atoyao.
—¡Aguardese malindres! —Nos gritaba, se pueden jullir pero me los echo al picó con sus tatas, a ver como les va con la tajoneada.
—Yo me jui jullendo por la quebraa, casitico me mal quiebro al brincarme la alambraa, caí redonditico, pero no me pasó naa.
—Un buen susto nos sacamos, pero estuvo divertido la carambaa, estamos esperando que nos regalen más vejigas para seguir con la mejengueaa.