El Río la Muerte, de Guatuso es considerado río sagrado para la etnia indígena Maleku, hoy de unos 600 habitantes.
Este río de aguas poco profundas y diáfanas, pero de fuertes corrientes en invierno. A f finales del siglo XIX, fue el escenario de un genocidio, provocado por los buscadores de látex o hule provenientes de Nicaragua. Según los cronistas y el relato de los indígenas hubo en este lugar hubo un enfrentamiento entre nativos y huleros y fueron masacrados unos 250 indígenas Maleku, quizá de ahí el nombre del río.
El historiador Marc Adelman con el libro: “Un Genocidio en Centroamérica: hule, esclavos, nacionalismo y la destrucción de los indígenas Guatusos-Malecus” (1998), afirma que en esta época existía una verdadera fiebre por el hule, luego que en Estados Unidos Charles Goodyear en 1839 descubrió como vulcanizar el látex, de ahí que la demanda de hule aumento en ese país. En los países centroamericanos, en especial, Nicaragua. Los huleros empezaron a picar los árboles de hule de la variedad Castilla, para sacar la savia y vender este producto a Estados Unidos ya que era muy bien pagado.
Cientos de mujeres y niños indígenas fueron capturados y vendidos por los huleros como esclavos en los pueblos nicaragüenses, mientras que los hombres eran obligados hacer trabajos forzados como cargadores de hule en la selva.
En algún sector del Río la Muerte se libró una fuerte batalla donde se produjo esta masacre.
Los indígenas se enfrentan a grupos con armas tecnológicamente más potentes, que su arco y su flecha. Así su población se redujo, en un proceso de exterminio, solo 150 habitantes, de los 1500 que habitaban dichos territorios.
En la última década del siglo XIX, se da la intervención del obispo Bernardo A. Thiel, quien establece contacto con los Malekus sobrevivientes, a través de una expedición en la montaña, logra que el gobierno de Costa Rica impusiera el orden y la soberanía nacional enviando un destacamento militar a la región, además se crea un puesto militar permanente para evitar más invasión de los huleros, los cuales abandonaron la persecución de los indígenas sobrevivientes, por temor a ser encontrados en territorio costarricense; poco a poco los sobrevivientes se reúnen en la parte sur de sus antiguos dominios y se ubican en los palenques, ahora llamados El Sol, Margarita y Tonjibe, señala el documento Mini enciclopedia de Pueblos Indígenas del Ministerio de Educación Pública.
Posteriormente, con el aumento de la población a partir de la llegada de otros habitantes no indígenas, procedentes de otras regiones, ocurre la incorporación de los Malekus en el sistema educativo nacional, con la construcción de la primera escuela en el Palenque Margarita, el contacto con otros pobladores de lugares aledaños, la intervención de las instituciones gubernamentales y la llegada de iglesias protestantes, se provoca un fuerte cambio en el estilo de vida de los Malekus, sobre todo a causa de la considerable reducción de la población.