Un caso extraño en la naturaleza, se da la comunidad del Ojoche de Pital de San Carlos , en el patio de un peón de la casa finca del exregidor sancarleño Manrique Chaves.
Aunque parezca risible y algo y fuera de lugar, esto es real en la naturaleza: sucede que desde hace dos años un pavo silvestre empezó a merodear por el patio de la vivienda y adquirió un “un romance” con un gallina ponedora o más bien conocida de granja. El pavo ha hecho de esta gallina blanca, su pareja, y todos los días llega al patio a convivir con ella, incluso la “pisa” o se aparea en cada momento.
Según el regidor Evaristo Arce, que nos facilitó las fotos, este es un caso extraño, en edito con este animal, ya que sólo una gallina del gallinero es la preferida. Llega en el día visitar la gallina y en la noche se retira al bosque.
Los vecinos pudieron captar esta foto, el momento en que el pavo se apareaba con la gallina.
Debido a este extraño romance en la naturaleza, los vecinos del lugar dicen que el gallo del patio, no se muestra muy alegre con el intruso, pero lo ha aceptado.
Según el peón de la finca, en el día el pavo se le puede ver andar junto a la gallina, pero cuando es la hora de retirarse en la tarde despliega sus alas y vuelo a lo alto de los árboles del bosque donde duerme y también se alimenta.
Los extraño de este caso en la naturaleza, es que el pavo, es fiel a su gallina blanca, que al parecer adoptó como su “esposa”, sin ser de su misma especie.
Dicen que la gallina no es muy buena para la «cría», y nunca se le han visto poyuelos. .
Y como dicen en la jerga popular :¡ni tan «pavo» el pavo!
«Lios de la naturaleza…. «
Por: Evaristo Arce. vecinos de Pital
Este es un relato que hizo el regidor sancarleño Evaristo Arce, a propósito de este extraño caso en la naturaleza.
«Suceden líos amorosos en la finca el Ojoche de Pital, propiedad de Manrique Chávez, conocido ganadero sancarleño y ex regidor municipal.
La finca está ubicada en un lugar paradisiaco rodeado de montañas, abundante flora y fauna.
Es una preciosa finca ganadera con verdes y fértiles pastizales mejorados. Tiene lagunas, le bordea el río Ojoche.
Siempre se dan avistamientos de aves y variedades de animales como las dantas, los monos, venados, y otros más en la zona.
Manrique Chávez, cuenta que dentro de ese ir y venir de aves y animales, se han dado increíbles líos amorosos.
Uno de ellos es el caso de un pavón silvestre que cogió como costumbre rondar el gallinero.
Curiosamente el pavón todos los días desde muy temprano empezó llegar a la casa.
Desde que salía de la montaña resaltaba sus dotes, erguido y elegante.
Caminaba a paso largo, erizaba el copete como peinado con plastigel, sacaba pecho queriendo impresionar.
Después fue dando muestras de macho enamorado.
Según Manrique, empezó a echarle el ojo a una de las gallinas, la gallina más joven, la más guapetona y desarrollada. ¡Nada tonto!
En pocos días, el pavón se fue acercando a las gallinas, primero de larguito, después fue cogiendo confianza, era notorio el interés.
Todo pícaro, mostraba coqueteo y miradas conquistadoras, sin embargo, la cortejada y joven gallina parecía hacerse la desentendida y despistada para no dar mucho color.
Era obvio que las gallinas más abuelas iban a censurar una aventura amorosa de tan escándalo moral, seguramente para ellas era profanar valores sagrados del gallinero… Ahh, pero otras agazapadas gallinas hacían grandes esfuerzos para disimular la envidia.
El gallo, nada pollo en esas cosas del amor, se empezó a mostrar muy malicioso y molesto. Con su experiencia no se tragaba el cuento, vigilaba todos los movimientos del intruso vecino de copete ridículo, según él.
Repudiaba su presencia, se ponía malhumorado, tenso, celoso y preocupado.
Consumido por los celos y obstinación ni siquiera dormía, hasta dejo de cantar en las madrugadas.
La joven gallina cada día se levantaba muy ilusionada. Antes de salir, sacudía sus plumas como dando dimensión a su estructural figura.
El gallo, miraba de reojo parado en el poste del corral, el asunto se ponía feo, estaba herido en su orgullo de único padrote dominador.
Para asombro de todos, la gallina terminó enamorándose a pesar de las murmuraciones y berrinches del gallo.
Eso provocó varios y largos encontronazos entre el gallo y el pavón defendiendo a su amada. Todos los días peleaban reñidamente por todo el potrero.
Según Manrique, el pavón y la gallina iniciaron una relación conyugal informal pero estable, “se juntaron” como dirían nuestros abuelos.
Ya tienen más de dos años de convivir. El pavón sigue muy enamorado. Pasa todo el día en el patio de la casa con la gallina, la cubre normalmente y en la noche se va dormir a la montaña.
Dice Manrique que el pavón es de mal carácter, no aguanta nada. Cuando alguien se le acerca mucho a su pareja se trasforma agresivo.
Pero no crean que solo el gallo ha tenido problemas por líos amorosos, también el toro.
En la finca de Manrique, los venados se acostumbraron a formar parte del ganado de leche.
Ahí viven tranquilamente, se mezclan entre las vacas y el toro, hasta chupan miel en la misma canoa.
Cuando el vaquero cambia el ganado a otro repasto, ellos también lo hacen mansamente.
Les gusta caminar muy cerca de las vacas, pero como el toro ya conoce la historia del pavón, no se descuida ni un momento…eso me contó Manrique…» .
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