Por Henry Esquivel Monge, escritor sancartleño.
-Me dicen las malas lenguas, que les gustan las leyendas y las historias de pueblo, acá les traigo una que del todo es cierto. Se que los conocen y también el cuento, cuento de la gente que ya se hizo leyenda con el tiempo.
-Cuenta la gente que allá en Pital, por la quebra’a detrás de la iglesia que ahí asustaban, a la gente angurrienta que ahí rebuscaban, tesoros indios como les llamaban, porque en el suelo encontraban, vasijas, tinajas, piedras de moler y otras carajá’as .
-Un día de tantos por la tardecita, el malandre de tajona y el confizga’o pata mono se organizaban, con palas, macanas y machetes, para sacar esa juga’a.
—Apurate patamono y no olvi’e el foco que, si no, no hacemos na’a, se nos julle el tesoro y no agarramos na’a-
—ya voy tajona, que llevo mucha caraja’a ¡Sias tonto! Ojalá y sea cierto y no una embarca ‘a, que, si es así de cierto y me embilleto ya verás, que reviento churicates por almenos una semana.
-Poco a poco se zamparon por la orilla de la quebr’a y entre más subían el corazón se aceleraba. Encontraron un motete de tierra que se pusieron aligera’os a escarbarlo, no muy hondo una vasija encontraron y eso los ilusionó a seguir cavando.
—¡Sias tonto!¡ Sias tonto tajona! que está sonando, ollì eso como tambores que están tocando.
—Si es cierto patamono y se están acercando, yo soy muy hombre y me estoy asustando.
Y no era para menos, entre más ellos escarbaban, mas cerca iban sonando, era como tambores que se venían acercando.
—Juyamos tajona que ya estoy espanta’o, esto son espíritus indios que nos están atormentando.
—Recojamos las carajá’as y nos vamos largando, que ni que me den un millón me quedo para averiguarlo.
-Recogieron todo y se han larga ‘o solo con una vasija pequeña que habían encontra’o y que después de esto nunca han regresao, salieron lempos, casi atoya’os, pero si les digo, que no son na’a cobardes los dos confisga’os.
-Dice la gente que lo ha escucha’o que son sonido de tambores lo que a ellos los ha espanta’o, otros dicen que tal vez fueron carretas que pasaban por esos la’os, lo cierto es que, desde ese día, naide a llega’o a seguir escarbando el tesoro enterra’o, saben todos lo que ellos pasaron solo por angurrientos y malandros.
-Juzgue aste’e si es cierto y no lo estoy embaucando, pero si lo quiere averiguar acá lo esta esperando, el tesoro enterra’o de los indios y que nadie a saca’o. pero si le digo, que en guerra avisa’a, no muere solda’o.