Por Henry Esquivel Monge, escritor sancarleño
Como no recordar los viejos tiempos, si los recuerdos es lo único que ya quedan de aquella villa de antaño.
Donde una calle empedrada para el paso de carretas, era lo único que había de Cederal a Sucre.
Ya no se escucha el rugir de la carreta, ni el golpeteo de bueyes y caballos al pasar. Ya no se ve al vaquero arrear las vacas por medio pueblo para ir a ordeñar.
Luego creció el pueblo y de villa pasó a ciudad, los cuadrantes surgieron y se empezó a agrandar.
En vez de la humilde iglesia, se levanto una hermosa catedral. El hospital se hizo inmenso y no le cabe más.
En lo que fuera la plaza, un hermoso parque nació, se asfaltaron los cuadrantes y el polvo y el barro se perdió.
Hoy no se escucha el molino quebrando el maíz para hacer las tortillas y la fuerza conseguir.
En vez de carretas bueyes y caballos, solo se escuchan pasar carros camiones y buses que en carrera van.
La gente ya no conversa, afanada van , cada cual en sus cosas, sin mirar hacia atrás.
Es aún lindo mi pueblo y mucho mejoró, pero el tiempo de antes, no lo cambio yo.
Pero si hay algo que queda es el amor , el coraje y la unión, para hacer de este pueblo un bello y grande cantón.
Que impacte a los cantones vecinos, que también grandes son y que como mucho cariño ven a San Carlos como el hermano mayor.